Los propios ganaderos reconocen que cuesta creer que un oso esté sembrando de cadáveres los montes de Caleao. Dicen que es "inaudito, pero cierto". Los conocedores de la especie utilizan otro termino extremo: "Simplemente es imposible", afirman.

El presidente de la Fundación Oso Pardo, Guillermo Palomero, habló ayer en persona con los ganaderos afectados. Entiende que puedan haber llegado a la conclusión de que un oso está diezmando sus rebaños, pero sostienen que están equivocados: "El oso no está diseñado para ejercer tal actividad predadora. Es imposible. No se puede descartar que, en un momento determinado, pueda acabar con algún animal debilitado, pero nunca con tal cantidad de vacas y animales salvajes". Palomero es contundente: "Es rarísimo que el oso ataque a una vaca y podría cazar una cría de rebeco o a un ejemplar adulto sin fuerzas en una zona nevada, pero en este caso, lo más probable es que haya olido los cadáveres y esté actuando como carroñero". Este experto subraya que es arriesgado hacer valoraciones sin conocer los detalles. Dicho esto, indica que las causa de las muertes tiene que ser otra: "Lo que está pasando en estos montes debería investigarse, pero es imposible que el culpable sea el oso".

Roberto Hartasánchez, presidente del Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS), también lo tiene claro: "Lo que se plantea es algo totalmente inverosímil". Demanda a la Guardería del Principado "más rigor técnico" a la hora de asignar al oso ataques mortales como los que están sucediendo en Caso, concretamente en los montes de Contorgán. Se muestra muy crítico: "Parece que se nos olvida que el siete por ciento del ganado se muere en los pastos de forma natural. Lo que sucede es que hay quien tienen interés en convertir la fauna salvaje en un seguro a todo riesgo", apunta Roberto Hartasánchez.