"Es un lujo tener ferias como esta, yo llevaba desde febrero, que fui a Madrid, sin venir a ninguna". Palabra de Ramón López, un vendedor de Siero, que suele estar en ferias de automóvil o de coleccionismo con sus réplicas de vehículos. Mientas habla, un par de jóvenes buscan alguna pieza que les interese entre las decenas de coches clásicos y más modernos que expone en su stand. La Feria del coleccionismo de Mieres, que celebra su novena edición, está logrando doblegar al coronavirus.

Ramón López no es nuevo en esta feria. Lleva viniendo todos los años y siempre en el mismo sitio. "Este año con las restricciones está siendo raro, pero el viernes, cuando abrió, hubo bastante gente y venía a comprar y no a mirar". Y es que eso es un denominador común en casi todos los eventos de este tipo: los coleccionistas más acérrimos tratan de llegar a las ferias los primeros en busca de esa pieza tan codiciada que todo el mundo está persiguiendo.

De esa misma opinión es David Julián, que montó supuesto de antigüedades por primera vez en Mieres. Viene de más lejos. Nada más y nada menos que desde Zaragoza, y tiene desde calendarios hasta lotería antigua, pasando por coches, muñecas, sellos o juegos. "Está siendo una buena experiencia y la gente al menos la que está viniendo, sabe lo que quiere y busca las mejores piezas", aseguró. Sobre las restricciones, afirma que "el covid-19 no puede vencer al coleccionismo". En el expositor tienen geles hidroalcohólicos para que los visitantes que se acercan y quieren tocar sus objetos puedan hacerlo con seguridad. Y es que el coleccionismo es un arte de ver, pero también mucho de tocar y sentir.

Sobre su presencia en la feria de Mieres, a la que asiste por primera vez, David Julián explica que "tenemos que abrir nuevos mercados y nos pareció que era un evento reconocido y que merecía la pena venir pese a la situación que hay". También mientras habla levanta la vista hacia su derecha, donde una mujer está repasando un álbum con calendarios antiguos. De hecho, tiene una lista y va tachando números a medida que coge los almanaques y los aparta para después comprarlos. El precio de cada unidad, un euro. Pero también hay otras antigüedades algo más caras. En este expositor, una colección de sellos antigua llega hasta los 1.000 euros de precio.

Rafa Sáez es un habitual de esta feria. Desde Llanera lleva viniendo la mayoría de las ediciones. "No busco nada en particular, pero siempre me acabo llevando algo", señala mientras ojea unos vinilos. "Normalmente me centro más en mirar música y películas antiguas, pero también veo juguetes que tuve de pequeño y que me llevan a mis recuerdos de infancia y depende del precio, pues me llevo alguno", apunta este hombre, que supera la cuarentena.

El más de medio centenar de puestos instalados en el recinto ferial de Nuevo Santullano recibieron un buen número de visitantes buscando su Santo Grial. El espacio se ha diseñado para la ocasión, con unas medidas de protección y seguridad perfectamente planificadas. Tanto es así que de más de 120 stands de otros años, en esta edición se han quedado en 60. Pero bien avenidos. La separación entre los puestos es amplia, hay geles hidroalcohólicos y cada poco se pasa desinfectando. Hay un circuito de entrada y de salida. Porque en esta feria se pueden encontrar muchas cosas. Y casi todo es coleccionable. Eso sí, no hay cabida para el coronavirus.