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Manuel Canga, el mierense que escapó de "El carnicero de Mauthausen"

Fue uno de los pocos supervivientes de los macabros experimentos del médico nazi Aribert Heim, que mató a 300 personas con inyecciones de benceno

Arriba, los presos españoles el día de la liberación de Mauthausen. Debajo, un fragmento de la carta que Canga escribió a una familia que buscaba a sus hijos y el carné de prisionero en Gusen del mierense. | Deportados Asturias / Carlos Barrio

Buenos Aires, 17 de julio de 1957. A pesar del calor, cerró la ventana para amortiguar el trajín del tráfico. Revisó las últimas letras que había escrito con su Olivetti gastada: “Espero que se ayuden los unos a los otros, más que por lo social, por sentimientos como así lo hago yo, nada más. Su amigo y compañero de fatigas. Manuel Canga”.

Manuel Canga es un mierense que no aparece en los libros de historia. Aunque debería. Años antes de esa carta, en la que aún se le percibe preso de temor, su vida era un calvario inimaginable. Prisionero en el campo de concentración de Mauthausen-Gusen, fue víctima de los experimentos del médico nazi Aribert Heim, conocido también como “Doctor Muerte” o “El carnicero de Mauthausen” que, entre otras prácticas macabras, inyectaba benceno a sus víctimas. Fue de los pocos que sobrevivió a aquel infierno. Durante los Juicios de Auschwitz (entre 1963 y 1965), el comisario Aedtner –apodado el “cazanazis”– intentó encontrarlo para que declarara contra Heim. Nunca lo consiguió.

No quiso dejar huella, quizás por el miedo. El historiador mierense Carlos Barrio, en su estrecha colaboración con la Fundación Deportados Asturias, ha recuperado ahora su historia. “Parece una novela de la guerra fría, es increíble la biografía de este hombre. La mayoría de los datos sobre Canga los conseguimos a través del ayuntamiento de Suria, en Cataluña”, explicó el historiador mierense. En Suria vivió Canga la juventud, pero es seguro que nació en Mieres el 20 de agosto de 1906.

Fecha y lugar que anotó algún guardián nazi en la “Gusen Karte”, la ficha de ingreso en el campo de concentración. También aparece su profesión: “Chemiker”, químico. Trabajó en las minas de Potasa (Barcelona). En Cataluña, Manuel Canga fue una persona muy activa en la vida sindical, participó en las insurrecciones del Alto Llobregat. “Obtuvimos estos datos gracias a Jeni Montaño, técnica del Ayuntamiento de Suria”, explica el historiador Carlos Barrio.

“Parece una novela de la guerra fría, es increíble la biografía de este hombre"

Carlos Barrio - Historiador

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Su vida se volvió calvario en agosto de 1940. Hacinado, casi sin respiración, viajó en “el convoy de los 927”. Un tren también histórico porque fue el primero con destino a un campo de concentración nazi. Dentro viajaban 927 personas, todos españoles refugiados en Francia que habían huido de Franco. Hombres, mujeres y niños. Familias enteras que fueron separadas sin piedad en el destino.

Lo peor para Manuel Canga aún estaba por llegar. Ingresó en Mauthausen con el número de prisionero 3.837. Seis meses después, fue trasladado al subcampo de Gusen: número de prisionero 46.659.

Carné de Gusen de Manuel Canga Deportados Asturias

En este campo, conocido como “el sanatorio” –en referencia a las prácticas macabras que realizaban el “Doctor Muerte” y otros médicos nazis–, fue presuntamente sometido a los experimentos del “Carnicero de Mauthausen”. “No sabemos con certeza lo que le ocurrió, ya que no se conserva ningún documento que acredite las prácticas a las que estuvo sometido. Pero es seguro que fue una de las víctimas”, destaca Barrio. Todo indica que participó en uno de los primeros y peligrosos “ensayos” con benceno del “Doctor Muerte”. Esta práctica fue documentada por un español en el libro “Bilbao en Mauthausen: Memorias de supervivencia de un deportado vasco”. Es la biografía de Manuel Bilbao, superviviente de Gusen. En sus páginas, relata como él y otros 29 reclusos fueron víctimas de uno de los experimentos de Heim. Afirma que les inyectaron una sustancia, presuntamente benceno. A él le provocó una parálisis parcial del cuerpo y una grave erupción facial. Se salvó por poco. De los treinta reclusos que participaron en ese “ensayo” sobrevivieron siete.

Quizá uno de ellos fuera Canga. Nada se supo del mierense hasta que, en los años sesenta, el comisario “cazanazis” Aedtner encabezó una investigación contra el “Carnicero de Mauthausen”. La justicia alemana le puso en busca y captura tras considerarlo el responsable del asesinato de trescientas personas, en 1942, con inyecciones de benceno. Aedtner consiguió una elaborada lista de posibles testigos, todos supervivientes de aquel infierno. Y en sus notas aparecía el mierense Manuel Canga.

Recopilación

“Conseguir esta biografía ha sido un buen trabajo del historiador Carlos Barrio. Es una historia difícil y también es muy llamativo que no se conociera hasta ahora. La recopilación de datos fue un trabajo arduo e intenso, estamos muy agradecidos”, señaló Maribel Luna, de Deportados Asturias. La Fundación se dedica a la recuperación y puesta en valor de las historias de los deportados de la región, una labor que esperan completar con la búsqueda de familiares: “Esperamos encontrar algún familiar de Canga en Asturias, para poder intercambiar datos y llegar a escribir su historia completa”, señaló. También para “homenajear” a la víctima en su tierra natal, Mieres: “En Manresa tiene una placa por su implicación en la lucha contra el fascismo”, señaló.

Hay muchos años en blanco en la vida de Manuel Canga. Quiso estar a la sombra de documentos y de historias, quizá por el temor tras salir de un infierno tan en llamas. Solo hay una pista sobre su paradero: esa carta escrita desde Buenos Aires. Se trata de una misiva en la que una familia le pregunta sobre los trámites para conocer el paradero de sus hijos e información sobre posibles compensaciones. Él responde amable, pero deja claro que no ocupa ningún cargo: “Le remito datos (sobre la Federación de Deportados Españoles) (...). Yo no tengo ninguna autoridad”. Hasta en esa carta, Canga siempre recordó sus años de calvario: “Su hijo Francisco llegó a Guser, más o menos, en enero o febrero de 1941. A su hijo Manuel le retuvieron en Mauthausen hasta su muerte, en 1942”, informó a aquella familia.

Carta de Manuel Canga desde Buenos Aires

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