El Pacto Verde que los europeos hemos acordado persigue el desarrollo de una economía moderna y competitiva que haga un uso eficiente de recursos. Los cambios que se producirán como consecuencia no deben provocar desigualdades sociales ni territoriales: nadie debe quedarse atrás.

La contribución española a estos cambios se recoge en la estrategia de descarbonización a largo plazo, cuyo objetivo es alcanzar la neutralidad climática en 2050. Entre las primeras acciones de esta estrategia está la aprobación de la ley de cambio climático y transición energética.

Al trasladar a Asturias todos estos objetivos vemos que el impacto sobre la actividad energética que tradicionalmente se ha desarrollado es muy importante. La minería, la generación eléctrica, el transporte de mercancías, los mantenimientos de las centrales y otras actividades relacionadas con la industria entran en proceso de desaparición o incertidumbre. A cambio se abren numerosas oportunidades de generación de actividad económica, empleo y desarrollo de conocimiento. Un proceso de transición hacia un modelo energético descentralizado, digitalizado y sostenible en el que se prevén miles de millones de euros de inversión a nivel global.

El reto al que se enfrenta Asturias, como tantas otras regiones europeas, es aprovechar estas oportunidades, asumiendo que habrán de afrontarse profundas transformaciones sociales, económicas y tecnológicas. Un proceso de transformación que no le es ajeno a la región, ya que a lo largo de los últimos 25 años ha cambiado muy significativamente, lo que nos debe hacer encarar el futuro con optimismo, aprovechando las lecciones aprendidas en este tiempo. Las Cuencas tienen mucho que aportar en experiencia, conocimiento, solidaridad o patrimonio, aunque ahora ya no sea el carbón como materia prima y fuente de energía el que centre la actividad.

Es un momento de cambio toca encarar el futuro con determinación, sabiendo que en los próximos treinta años se va a producir un cambio en el paisaje de estas zonas, por la sustitución de las explotaciones de carbón y de las centrales térmicas por nuevas instalaciones vinculadas al nuevo modelo energético.

Los territorios mineros asturianos deben buscar sus fortalezas para apuntalar su participación en el nuevo modelo energético. De este modo, disponen de terrenos como antiguas minas, escombreras o áreas reservadas para la explotación minera, que pueden ser utilizados para aprovechar sus recursos renovables como el eólico, el solar o los recursos forestales, lo que pueden hacer que aparezcan nuevas instalaciones productoras en estas zonas. También disponen de infraestructuras industriales que pueden ser clave para conformar el nuevo modelo energético como los nudos de transición justa (puntos de conexión a la red de las centrales térmicas de carbón), en una red eléctrica con limitaciones para asimilar tanta generación distribuida; antiguos pozos mineros, cuya agua a temperaturas superiores a los 20 grados puede ser utilizada para cubrir las necesidades térmicas de edificios a través de geotermia y redes de calor; o el caso de las infraestructuras hidráulicas, que pueden ser usadas como instalaciones de almacenamiento.

Además, disponen de un desarrollo industrial y un tejido de empresas auxiliares que pueden dar soporte a cualquier iniciativa de instalación de planta productora y de almacenamiento de energía en el entorno. Finalmente está el patrimonio más importante de las Cuencas: las personas. La capacitación, la cualificación y el espíritu luchador y solidario de toda la gente que de una u otra forma ha colaborado en el desarrollo social aportan un valor añadido que facilita la puesta en marcha de cualquier iniciativa industrial.

La transición energética que vivimos no arranca ahora ni acabará en unos pocos años. Deberemos pasar de la ventaja de tener carbón en nuestras minas a una competencia en la que nuestros recursos están en desventaja con los de otros territorios. Y así lo estamos haciendo a través de proyectos en áreas como redes de geotermia aprovechando agua de mina, rehabilitación energética de edificios, desarrollo de parques solares fotovoltaicos, eólica terrestre y marina, mantenimiento de redes eléctricas, aprovechamientos de biomasa industriales y energéticos, almacenamiento de energía, hidrógeno, movilidad sostenible (eléctrica y con gas vehicular).

La Fundación Asturiana de la Energía (FAEN) desde sus instalaciones de Mieres, Tineo y Llanera lleva veinte años impulsando iniciativas en todos estos campos: la puesta en marcha de una planta de fabricación de pellets en Tineo, la instalación de una turbina hidroeléctrica en la red de suministro de agua de Mieres o la puesta en marcha de un punto de recarga de vehículo eléctrico solar en Barredo. Actualmente está colaborando con el Gobierno del Principado de Asturias en la elaboración de una transición energética regional que dé lugar a un nuevo modelo energético descarbonizado, descentralizado, digitalizado y sostenible, que será un factor de producción facilitador de una alta competitividad. Será un modelo energético diversificado, en el que los vectores energéticos relevantes serán la electricidad y los gases renovables (fundamentalmente hidrógeno). Que será capaz de atraer inversiones y generar conocimiento. Y que estará centrado en el consumidor y facilitará la creación de empleos de calidad. Una estrategia que prevé que los territorios mineros jueguen un papel clave en base a las fortalezas indicadas. FAEN también está dando apoyo a las entidades locales de estos territorios para el desarrollo de sus estrategias energéticas locales, ayudándoles a impulsar iniciativas de mejora energética dirigidas a su descarbonización y a implantar planes de acción en energía y clima.

Por su parte, la Fundación Barredo como centro especializado en la industria extractiva, especialmente en actividades subterráneas, está alineando sus actividades hacia las nuevas prioridades del modelo energético y la economía circular en el aprovechamiento de materias primas. De este modo, ha realizado ensayo en sus instalaciones para evaluar la seguridad del uso del hidrógeno en el sector del ferrocarril y mantiene su actividad de formación contra incendios a bomberos. Y en los próximos años se concentrará en la detección de recursos y el aprovechamiento del conocimiento adquirido para la generación de nuevos proyectos y actividades tanto regionales como globales.

La transición energética representa la oportunidad de consolidar las Cuencas como territorios ejemplares e idóneos donde impulsar iniciativas capaces de generar actividad, riqueza, conocimiento, empleo y poder atraer población.