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Tributo a los que se llevó el pozo Entrego

Un monolito al pie del castillete rinde homenaje desde ayer a los mineros de la explotación de San Martín fallecidos en accidente y por silicosis

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Homenaje a los mineros fallecidos en el Pozo Entrego David Orihuela

El pozo Entrego fue la primera explotación vertical en la cuenca central y el segundo pozo de este tipo de Asturias después del de Arnao. La primera noticia que se tiene de esa profundización, que se ejecutó entre 1905 y 1909, es la de un accidente que costó la vida a un minero llamado Zacarías. Desde entonces, hasta el cierre de la explotación en 1993, fueron decenas los trabajadores que perdieron la vida en accidente laboral en las instalaciones. E incontables los afectados por silicosis. Por eso el Grupo de Amigos del Pozo Entrego, antiguos trabajadores, han querido colocar al pie del castillete un monolito “En recuerdo de todos los compañeros fallecidos en accidente laboral o enfermedad profesional (silicosis) del grupo Nespral y Pozo Entrego”.

José Ángel Álvarez “Quirós”, a la izquierda, y Gregorio Rabanal, descubren el monolito. | D. O.

El alcalde de San Martín del Aurelio, José Ángel Álvarez “Quirós”, y el presidente de Hunosa, Gregorio Rabanal, fueron los encargados de descubrir ayer el monolito en un acto de reconocimiento institucional. Pero los protagonistas eran los trabajadores, los que estaban y, especialmente, los que no.

En eso hizo hincapié Juan José Vallina, en los fallecidos, 17 en la época de Hunosa (desde 1969), pero también en los afectados por silicosis, “una enfermedad que ahora parece que no existió pero que se llevó a muchísima gente”. La pena de Vallina es que no les dio tiempo a invitar al acto a un representante del antiguo Instituto Nacional de Silicosis, en Oviedo, “que tanto hizo por nosotros”. Aun así, quiso dejar patente el agradecimiento a un centro sanitario “que supuso un cambio total porque antes no se hacían reconocimientos y cuando la gente ya no podía moverse, se les mandaba a casa a morir. Cuando se abrió Silicosis nos empezaron a controlar todos los años y apartaban del trabajo a la gente que estaba mal. Además, fue un alivio descomunal para los enfermos que ya estaban en tercer grado”.

El acto tuvo lugar junto a los terrenos que ocupaba la casa de aseos del pozo y que ahora es el centro TIC que da trabajo a alrededor de trescientas personas, algo que subrayó Aurelio Martínez, que ayer recibió el homenaje de sus compañeros por ser uno de los más veteranos del pozo. Martínez trabajó 18 años en la explotación hasta que se jubiló por enfermedad dos años antes del cierre. “Es un pozo que cerró, como todos, pero la actividad siguió de otra manera”, dijo en referencia al centro TIC. “Por lo menos hay otra cosa que creó empleo”, añadió. El minero jubilado agradeció el reconocimiento de sus compañeros, que le entregaron un reloj de bolsillo con una inscripción en la que se podía leer “Para Aurelio, de tus compañeros en el Pozo Entrego”. “Es un obsequio que se hace todos los años a dos obreros y está muy bien”, reconoció. El otro “obrero” que ayer recogió la distinción de manos de Gregorio Rabanal fue Alfredo González.

Los dos posaron junto al monolito que desde ayer “se convierte en un símbolo para el recuerdo emotivo y sincero que desde San Martín queremos tener con todas las víctimas de la minería del carbón que trabajaron en el antiguo Pozo Entrego”, en palabras del Alcalde para quien la pieza “representa una muestra de afecto y tributo hacia estas personas y sus familias, pero también de respeto y de admiración hacia esos mineros que formaron parte de una etapa de la historia asociada a la industria del carbón que ha marcado la seña de identidad de este territorio”.

De la historia del pozo hizo un detallado, documentado y excelente repaso Melchor Fernández, entreguín, hijo predilecto de San Martín del Rey Aurelio y exdirector de LA NUEVA ESPAÑA. Fue él quien aportó el dato de que el primer fallecido fue Zacarías y también recordó a Emo (Guillermo Aller) su amigo de la infancia, también fallecido en el pozo “cuando era un neñu”. En Emo quiso representar Fernández su reconocimiento a todos los que perdieron la vida en la explotación.

Fernández fue enlazando nombres, fechas y anécdotas para contar la historia que rodeó al pozo. Se remontó a los inicios de la familia Nespral, “que vivía en La Fresnosa, una aldea del valle de La Nueva”. Los primeros datos son de la boda de Francisco Fernández Nespral y Ramona Fernández de La Vega. Fue en 1816 en la iglesia de San Andrés de Linares, en El Entrego. De ese matrimonio nacieron Miguel y Vicente, que se casaron respectivamente con Celestina y Joaquina Bernardo de Quirós y González Argüelles, “con apellidos asgaya, lo que denotaba una cierta alcurnia”. Uno de los nietos de Miguel y Celestina, Arsenio Fernández Nespral “trabajó de cuadrero en el pozo y era un magnífico cantante de tonada. Su hijo Arsenio, es miembro del Cuarteto Torner”, detalló Fernández. También destacó la rama familiar de Vicente Fernández Nespral “quien inició el negocio minero”. Su octavo hijo, Dionisio, junto a su yerno, un ingeniero llegado de Valladolid, Joaquín Velasco Martín, “el jugador de golf más viejo del mundo, que le daba a la bola con 100 años”, fueron quienes decidieron hacer la profundización del pozo.

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