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Crítica / Música

Un ciclón musical arrasa Mieres

Magnífica actuación de la cantante norteamericana y de su potente banda

Nikki Hill y su banda, durante la actuación. | Fernando Rodríguez

Una vez más la Aemet se ha equivocado. Pronosticaba un tiempo soleado y apacible para el primer domingo de setiembre de 2022 en el concejo mierense y un ciclón de rock and roll y soul echó por tierra tales augurios. Su nombre: Nikki Hill, alias "Southern Fireball". Procedencia: Carolina del Norte con residencia en New Orleans. Sus armas: una solvente, y potente, banda de dos guitarras, bajo, batería y voz. Su munición: un repertorio de ritmos rockeros con alma negra y sabor bluesero que coqueteaban con el funk, el country, el sixty y el hard-rock pantanoso.

Un ciclón musical arrasa Mieres

Los resultados, lejos de ser devastadores para la comarca del Caudal y sus gentes, dejaron un reguero de cuerpos sudorosos y descoyuntados, rostros de admiración y gozosas miradas de complicidad de quienes eran sabedores de haber vivido un magno acontecimiento musical. Y es que la cosa ya prometía en los prolegómenos del concierto, con el letrero de "sold out" del evento y las terrazas abarrotadas de los alrededores que hervían de personas, buena parte de ellas de fuera del municipio, en animada y expectante charla. Todas a la espera de la explosión que se representaría sobre el escenario del Centru Cultural y que a la postre arrasaría Mieres con algunos de los más significativos sonidos del orbe afroamericano.

La voz de Nikki Hill susurraba, aullaba y entonaba baladas, medios tiempos y frenéticas canciones de ascendencia rockabilly que también basculaban hacia el blues-rock setentero más reconocible a la par que incendiario, sin olvidarse del universo soul que puebla el conjunto de su obra. Las guitarras acompañaban con poderosos riffs y endiablados solos, mientras que la base más netamente rítmica –bajo y batería– cumplía, y de qué forma, su misión de flanquear al resto del grupo, con la voz de Nikki Hill como señero talismán que atraía la energía de todo el respetable.

El repertorio del ciclón Nikki Hill se basó en sus cuatro trabajos discográficos editados hasta la fecha, más alguna nueva aportación, adelanto de lo que será su próximo disco, que se comprometió a volver a presentar el próximo año. Todo ello desglosado en casi dos horas de ritual escénico que los técnicos de sonido se encargaron que alcanzase la perfección –¡por dios, la voz de Nikki Hill nunca había sonado tan cruda y nítida– y que nos hizo olvidar que no tocasen su ya icónica "Right On The Brink".

Ciclón Nikki Hill y su banda es sinónimo de trabajo duro –se curran los directos en extenuantes e inabarcables giras– y honestidad sonora –rehúyen los caminos más ramplones del rock and roll– ofreciendo un menú que para otras formaciones sería trillado y monótono pero que ellos interpretan con igual salvaje inocencia con la que la rica paleta de estilos que ejecutan nacieron en su momento.

Tras haber vivido otros cuatro ciclones Nikki Hill aquí en Asturies solo me queda decir que este fue, con mucho, el más intenso y completo de todos. Los sociólogos musicales ambientalistas tienen trabajo para determinar la influencia de la localidad de Mieres en este tipo de fenómenos. Y es que desde el concierto de los Black Lips en el Teatro de la Laboral en 2014 no había visto que, en esta clase de recintos, y en el minuto cero, el público se lanzase a bailar ardorosamente fuera de las encorsetadas butacas.

Llegados a este punto felicitémonos todos por este nuevo "trofeo" musical de la "Era Juan Ponte y su equipo" y confabulémonos para que esto dure. La cultura y la economía del concejo se lo agradecerán, así como la salud emocional de un buen número de personas de Asturies, y de allende nuestras fronteras –en la cola de acceso una persona proveniente de León me lo confirmaba– que también sabremos reconocer el esfuerzo realizado para que esto tuviese lugar. "Ready to rock and roll", "ready to dance", arengaba Nikki Hill. Pues eso…

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