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Desde mi Mieres del Camino

Bustiello, joya del patrimonio industrial

El poblado minero tiene, posiblemente, unas características que lo hacen único

Finales del siglo XIX. El carbón, en la cuenca del Caudal, al igual que la del Nalón, abre sus enormes posibilidades para el gran capital privado que no duda, ni un segundo, en iniciar un periplo de cerca de cien años, con vistas a su extracción, comercialización y por añadidura pingües beneficios que quedan a la vista de cualquier observador, por las señales significativas que acompañan tales operaciones.

Unidos por una misma vena subterránea, fructífera y bien estudiada, los concejos Mieres y Aller, ofrecen una de esas claras alternativas que no tardan mucho en ser objetivo de deseo por cuenta de lo que habría de ser uno de los grandes explotadores de la comarca. Desde la vecina provincia cántabra, llega el santo y seña del holding del primer Marqués de Comillas, don Antonio López, pero con la particularidad que lo hace con la intención de abastecer de mineral el conjunto de sus empresas. Con ese fin adquiere la mina denominada La Montañosa aunque, al cabo de unos diez años decide fundar la Unión Hullera Española, ya en franca decisión de entrar, también, en el mercado español y más tarde en el internacional.

Sin embargo existe una peculiaridad especial y diferenciada del resto de las empresas que asientan sus reales en el resto de la cuenca. A pesar de que la mayoría toma sus medidas para el asentamiento humano de trabajadores y familias, la Unión Hullera lo hace ya, con el carácter paternalista del segundo Marqués de Comillas, don Claudio López, segundo hijo varón del anterior por el fallecimiento del primero, a quién le correspondía en herencia paterna, la titularidad de las empresa. Todo ello a pesar de que Claudio, con demostrada vocación religiosa, tenía la intención de convertirse en sacerdote. Sus obligaciones sucesorias le impusieron el deber a cambiar el rumbo, aunque siguió siempre una línea de actuación muy centrada en la acción del cristianismo. De ahí la orientación paternalista de sus decisiones posteriores.

En esa línea nació el poblado minero de Bustiello, con visión arquitectónica de casas unifamiliares adosadas, de dos en dos, por la parte de atrás y una pequeña parcela central. Eran y son unas treinta unidades en las que hoy viven, aproximadamente, cerca de cien habitantes, estando algunas consideradas como segunda vivienda. Pero no quedó ahí el asunto puesto que la decisión del Marqués era y fue dotar al conjunto habitable, de los principales servicios, siempre pensando en el bienestar de los trabajadores y familiares, con vistas, se supone que también, para mayor efectividad y productividad de los pozos mineros.

Bustiello se vio complementado por un templo católico de singular línea historicista neorrománico; colegios de niños (con los frailes de La Salle) y niñas (las monjas de La Caridad) teniendo en cuenta que se estilaba la enseñanza por separado; hospital-sanatorio, con farmacia incorporada, principalmente para trabajadores accidentados aunque también eran atendidos todos los habitantes de la barriada en primeros auxilios; economato con toda clase de productos alimenticios y hasta un especie de casino que llevaba el nombre de círculo obrero católico. Con todo ello quedaba a cubierto la educación, sanidad, alimentación y ocio. Más adelante se instalaría en la parte alta, donde se encontraba el templo, las escuelas, el economato y las casas de los ingenieros, un cuartel de la Guardia Civil, hoy convertido en residencia de personas mayores, al igual que uno de los chalets de los mandos.

Algunas peculiaridades del poblado hablan de que sus tres calles tenían una denominación también especial, a saber: calle de Arriba, calle del Medio y calle de Abajo, todas ellas paralelas al río Aller y a las vías de los tres ferrocarriles que llegaron a existir en la zona. Estas calles lucían entonces un piso a base de canto rodado, con llábanas (losas) procedentes de la cantera de Carabanzo de Lena, a modo de aceras. La iglesia, dedicada al Sagrado Corazón de Jesús, poseía y posee un reloj instalado por Canseco, el que fue relojero del Rey Alfonso XII.

Sin más, aparece ante los estudiosos del patrimonio industrial en el Caudal -entiéndase la Asociación Cultural y Minera "Santa Bárbara- un hecho que quizás pueda, de momento convertirse en interrogante. ¿Porqué la decisión de levantar este poblado a nivel de las aguas del río Aller sin la protección debida con medidas que entonces no existían, cuando era evidente el peligro de grandes humedades y alguna que otra inundación? La respuesta podría encontrarse en otra circunstancia de relieve.

El valle de Aller, con sus poblaciones importantes de Caborana y aún mayor de Moreda, eran plazas "propiedad" del llamado Sindicato Católico con dirigentes que posteriormente escribieron páginas de relieve. Entonces, de acuerdo con algunas opiniones autorizadas y dada la identificación del Marqués de Comillas, se imponía ubicar una especie de tapón humano, a base de devengos beneficiosos con el fin de impedir la "entrada" e influencia de otros movimientos sindicales de fuerte implantación en la clase obrera y tendencia totalmente contraria a las tesis religiosas, como era el caso de la Unión General de Trabajadores, quienes seguían intentando la conquista de la plaza, teniendo lugar enfrentamientos no sólo dialécticos sino también violentos con resultados en ocasiones, mortales.

Hoy día Bustiello sigue ahí aunque con el detalle de que algunos aspectos han cambiado, figurando, frente al templo católico, un monumento que encabeza la esfinge de don Claudio Rodríguez, segundo Marqués de Comillas y cuyo importe, según pudo recoger el cronista, fue costeado por los propios trabajadores de la Unión Hullera Española. Data precisamente de 1925 cuando se produjo el fallecimiento del fundador.

Que el poblado de Bustiello, por su singularidad, representa quizás la "joya del reino" en cuestión de arqueología industrial dentro de la cuenca minera del Caudal, cuando esta actividad anuncia sus últimos toques de corneta, nadie lo pone en duda. Es muy posible que no exista en ningún otro lugar un conjunto de tales características con las dos filosofías que le acompañan, a saber, el carácter paternalista de su fundador, probablemente movido por sus inclinaciones religiosas pero también con vistas a la mayor laboriosidad del personal y su ubicación estratégica con el fin de servir de frontera entre dos corrientes antagónicas en su intento de la defensa de los derechos de los trabajadores, como eran la católica y la de izquierdas.

Ante todo lo expuesto existe un nuevo hecho diferenciador. Al contrario que otros muchos testimonios de la arqueología industrial de las cuencas mineras de Asturias, Bustiello no cuenta con declaración alguna de tipo cultural ni de reconocimiento administrativo, y hasta no existe asociación vecinal, dependiendo, en este sentido, de la de Santa Cruz, a unos kilómetros de distancia.

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