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Por sus obras los conoceréis

Las calles se llenan de obras y de nuevos proyectos con las elecciones muy cercanas

Cuando uno sale a la calle y pasea por Mieres, desde hace algunas semanas, encuentra ese fulgor de optimismo y laboriosidad que desprenden las obras, las reformas, el ajetreo constante del buldózer y la excavadora...

Mieres, desde que el aroma electoral embriagó a sus autoridades, ha sido objeto de un formidable impulso en cuanto a las muchas mejoras pendientes o inconclusas desde hace años y lustros.

¿Por qué? Porque el político en campaña o precampaña acostumbra a entonar la marcha que cantaban los siete amigos de Blancanieves y, picachón al hombro, suele asombrar a propios y extraños haciendo rotondas, levantando aceras, pintando pasos de cebra y planificando parques, reparando escuelas, retomando proyectos, combatiendo plagas como San Jorge al dragón... cuánta furia y eficiencia ha inoculado la llegada de las elecciones en el rebelde espíritu de nuestros munícipes quienes, dispuestos a seguir y seguir (como Joe Rígoli), no escatiman en toneladas de arena y palés de cemento.

Todo sea por los votantes. Perdón... electores. Vaya, he querido escribir ciudadanos.

Claro está que no seré yo quien critique actuaciones que se hacían esperar desde cuando reinaba Carolo pero, ahora ya más en serio, lo que critico es que nos quieran ver la cara a usted y a mí al decirnos que esa batería tan descomunal de obras no se ha podido ejecutar antes, sosegadamente, con criterios más pausados y además, nuevamente, vuelta a ofender nuestra inteligencia (la de usted y la mía) al pretender hacer ver que ni hay demagogia, ni hay populismo, ni hay un poco de "fiesta electoralista" en todo lo que se está haciendo.

Es bastante evidente, según se puede constatar, que hoy en día al decir "por sus obras los conoceréis" bien se podría hacer referencia a los políticos que buscan la reelección.

No obstante, pese a todo ello, el "festival de la piqueta" se ha limitado al medio urbano, a la villa de Mieres, porque el resto del concejo sigue languideciendo sin que se cubra un bache, ni se adecente una senda, ni se retiren los plásticos que invaden caminos y cauces, ni se equipare en servicios la abultada tabla de impuestos que los mierenses de la zona rural pagamos de forma estoica y que debiera verse traducida en unas prestaciones muy superiores a las que hoy tenemos en materia de recogida de basuras, de saneamientos, de conservación de caminos y carreteras, de transportes y telecomunicaciones, etcétera.

Tal vez algún día llegue esa onda expansiva a nuestros pueblos y aldeas en forma de alegres brigadas de trabajadores municipales pero, hoy por hoy, a los vecinos de los pueblos no nos alcanza ni tan siquiera la demagogia. ¿Valdrán menos nuestros votos?

Lo más indignante de todo esto es que no se está hablando en ningún momento de ideas a medio y largo plazo, de propuestas de calado para los problemas de fondo... sino que alguien parece haber querido emular aquellas merendolas que se daban tras la primera comunión en la España de posguerra.

Es decir, pasas hambre desde que naces y ese día... ¡suizos con chocolate!

Por todo ello, cabe augurar que los mierenses debemos relamernos afanosamente tras este festín puesto que en otros cuatro años no vamos a escuchar ni un solo martillo en nuestras calles salvo que seamos capaces de disfrutar de la chocolatada sin comulgar con ruedas de molino.

P.D.: Este artículo había sido escrito fechas antes de la agresión antidemocrática y execrable que sufriera Aníbal Vázquez contra su honorabilidad y buen nombre.

Mantengo cada palabra de lo arriba expuesto, pero ello no es óbice para hacer llegar públicamente por este medio mi solidaridad a nuestro alcalde (y hasta si me lo permite, un abrazo).

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