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Javier Antuña

“Machodeferia”, tradición musical del Nalón

Las letras reivindicativas son un sello de identidad de muchos grupos e intérpretes de la comarca

El rapero “Machodeferia”. |

Con el contador de una conocida red social literalmente echando “fumo” con la canción que el rapero “Machodeferia” le ha dedicado al presidente del gobierno de Asturies Adrián Barbón, ésta va camino de convertirse en el hit del actual, y por momentos dramático, curso político-sanitario que nos ha tocado vivir. Cargada de una buena dosis de ironía, pero también profunda crítica política y denuncia social, este rapero ha puesto voz a un buen número de ciudadanos que de una manera u otra se han visto afectados por la covid-19 y no se sienten respaldados por las medidas adoptadas por el ejecutivo de Barbón.

El recurso a la música como medio para vehicular el descontento ante las adversas situaciones, sean económicas, sociales o políticas, de las que en la cuenca del Nalón –por desgracia– conocemos de sobra, cuentan en nuestra comarca con una larga y en ocasiones fructífera tradición de, al menos, más de cuarenta años. Remontándonos a la década de los setenta del pasado siglo, el dúo de folk-rock de L´Entregu “Nuberu” fue símbolo de la defensa de las libertades y la cultura asturiana, fuertemente castigadas en aquella época. Es de justicia reconocer que en su dilatada trayectoria discográfica nunca rebajaron su compromiso, para muestra ahí queda su tema “Navidad del 0,7” de 1994.

La agudización de la crisis minera –y de lo poco que ya quedaba de la actividad siderúrgica– en la década de los años 80 y 90 del siglo XX, vio surgir propuestas musicales cercanas al punk, al hardcore o al rock más canalla, en las que la política fue objeto de furibundas diatribas que ponían de manifiesto los difíciles momentos que se vivían: mucha droga y poco trabajo ¿les suena? Bandas como los nihilistas, pero concienciados, “UHP” –para la posteridad queda su irreverente versión del himno oficial de Asturies– o “Escuela de Odio”, encarnan el prototipo de formaciones de este período, muchas de las cuales no pasaron del estado “maquetero”. En los últimos tiempos el punk con compromiso ha reverdecido con la propuesta feminista “The Brassieres”; y por lo que se refiere al pop-rock con tintes “agro”, “Los Berrones” (Tolivia) son el epítome, con su marchamo rural y socarrón, regado de guiños a fenómenos como la crisis económica o la identidad sexual, de grupo musical comprometido con la realidad de su territorio.

Pero no nos engañemos, no sólo este tipo de sonidos reflejaron el deplorable estado económico y social del Nalón, o denunciaron situaciones de opresión e injusticia. Desde presupuestos estilísticos encuadrables en la denominada canción ligera, controvertida etiqueta que abarca desde el pop más liviano a la música latina o la copla, artistas del Nalón como el inefable Carlos Blanco –lo mismo cantaba a la Santina, al porro, a la emigración o a la homosexualidad reprimida– , “Almas Unidas” –célebre su “Vaya un compangu” donde se ponía en entredicho el centralismo político y se reflejaban los sinsabores de la reconversión industrial– son una buena muestra de ello.

En el campo del rap combativo, entre finales del siglo XX y principios del XXI, resulta imprescindible citar a pioneros como “K-Nalón”, así como a los blimeínos “Dos Cabrones” de donde saldrían “Aktibiztas” –en cuyo tema “Está rico” se cita “machos de feria”– y “Stoned Atmosphere” –¿quién no recuerda su mítica “Patria sin sol”?-; y ya en “solitario” el proyecto del emancipado “Arma X” –busquen en la citada red social “Zona minada”–; y en fechas más recientes al langreano “Ghaziel” y su particular –y cruda– “Patria querida”.

Reivindicación, insurrección y lucha –humor aparte– y su correspondiente condimento musical, sea cual sea su género o estilo, gozan de una saludable tradición en el Nalón –son muchos los nombres que han quedado en el tintero– y de ello nos han quedado un buen número de registros sonoros en sus más diversos soportes. “Machodeferia”, que por cierto ya lleva unos añitos en estos menesteres, y con más temas que pueden descubrir navegando por la red, no deja de ser parte de un capítulo más de esta prolongada saga, que esperemos que no decaiga por el bien de nuestra salud democrática y mental.

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