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Mario Antuña

Siete leguas

Mario Antuña

Redes infectas

Las redes sociales se están convirtiendo, inexorablemente, en un estercolero, un desagüe infecto de frustraciones, odios y venganzas –sean personales, sociales, políticas o de enfermedad mental–. Verter a través de internet, por supuesto de forma anónima –la mano que escribe no muestra su identidad–, todo tipo de improperios, insultos, comentarios vejatorios o jactanciosos sobre la muerte de un agente de la Guardia Civil atropellado en un accidente en la Autovía Minera, en los límites de Mieres, es una demostración más, por desgracia no la última, del detritus de la condición humana que navega por las redes sociales al pairo –velas desplegadas– a la espera de recoger los vientos racheados de la maldad. Una conducta despreciable que por desgracia es ya habitual y requiere tan férreo control como máximo castigo.

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