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Nuria Ordóñez

Tribuna

Nuria Ordóñez

Los derechos LGTBI son derechos humanos

El Día del Orgullo tiene más motivos que nunca para celebrarse

Desde que en 1969 se produjeron los disturbios de Stonewall en Nueva York, cada 28 de junio, y a nivel mundial, celebramos una jornada de reflexión con el objetivo de potenciar la igualdad, el respeto, la tolerancia y la diversidad sexual. Fue un mes después de estos altercados cuando Martha Shelley pronunció unas palabras que muestran el largo camino recorrido durante estos años: “Salgan de las sombras y caminen bajo el sol”.

Desde entonces, el camino recorrido ha sido demasiado largo y complicado. En 1970 nació la primera organización LTGBI+ de nuestro país: el Movimiento Español de Liberación Homosexual (MELH), formado por un grupo de valientes que fusionaron la lucha contra la dictadura con la lucha contra la LGTBIfobia. Es precisamente el espíritu de estas personas luchadoras por la igualdad el que debe impregnar el Orgullo LGTBI+.

Sin embargo, pasan los años y la investigación, las encuestas, los informes y la realidad muestran que la discriminación y el discurso de odio contra las personas LGTBI y los crímenes de odio motivados por la LGTBIfobia están creciendo en toda la UE y representan una seria amenaza para el respeto de los derechos fundamentales. Y es que, a pesar de los avances alcanzados en materia de derechos LGTBI, quedan muchas lagunas pendientes de ser abordadas por el poder legislativo, especialmente en lo relativo a la lucha contra la discriminación por motivos de orientación sexual e identidad de género, y al reconocimiento y protección de las personas LGTBI víctimas de delitos de odio.

Nuestra sociedad sigue manteniendo unos códigos binarios muy arraigados en cuanto a sexualidad y género se refiere. En función de nuestra morfología externa se nos asigna un determinado género, que nos obliga a actuar como hombre o mujer, y eso lleva consigo toda una serie de roles, estereotipos y expectativas de vida, laborales, económicas, relaciones sociales, etc. La mirada hegemónica a la sexualidad y las identidades de género está marcada por el paradigma médico al uso, tendente a reforzar los cánones normativos y binarios de género y a patologizar conductas que no encajan en tan restrictiva clasificación.

Las celebraciones del orgullo LGTBI+ tienen un trasfondo reivindicativo. En muchos países del mundo la homosexualidad y la condición sexual no tradicional sigue estando criminalizada hoy en día. En muchos otros, aunque las leyes los amparen, no están aceptadas socialmente. Todavía hay 72 países –un tercio de los que integran la ONU– que criminalizan la actividad sexual entre personas del mismo sexo (en 45 de ellos la ley se aplica tanto a mujeres como a hombres), castigándose con hasta 20 años de cárcel y 100 latigazos, y en 12 países todavía se castiga la homosexualidad con la pena de muerte. Esto parece inconcebible, pero desgraciadamente existe. No podemos mirar hacia otro lado, ninguna persona puede ser juzgada simplemente por amar.

Tampoco debemos olvidar que seguimos en deuda con las mujeres lesbianas y bisexuales, más invisibilizadas aún y doblemente discriminadas. Y esta deuda es particularmente dolorosa con las personas trans, ya que en muchos casos siguen siendo negadas como mujeres con las graves consecuencias que eso puede acarrear.

No podemos evitar preocuparnos por el repunte de los discursos de odio que la extrema derecha quiere hacer calar en la sociedad, y para muestra estos días podemos ver como trece países, entre ellos España, han acordado un comunicado conjunto en el que piden a Bruselas que tome medidas contra Hungría por limitar los derechos del colectivo LGTBI+ a través de una nueva legislación. Hay que frenar estas actitudes, tenemos que caminar hacia la igualdad, hacia la normalización social de quienes tienen una orientación sexual distinta de la mayoritaria, y/o se identifican y expresan con otro género distinto al que socialmente se les adjudica.

Desde la Concejalía de Igualdad y Feminismo del Ayuntamiento de Mieres facilitamos herramientas de sensibilización y educación para erradicar estas desigualdades, pero de nada sirve si como sociedad no vamos de la mano en el ámbito familiar, escolar, laboral, social, y cultural. Es una cuestión de educación que nos atañe a todas y a todos, porque erradicar estas discriminaciones y vivir en igualdad, libertad y diversidad corresponde a toda la ciudadanía. Porque todas y todos tenemos derecho a vivir sin miedo y con dignidad, respeto y tolerancia. Porque la educación no se recibe sólo en los centros educativos, y como padres y madres tenemos la obligación de educar e inculcar estos valores para que nuestras hijas e hijos tenga un futuro en el que puedan ser realmente libres.

Feliz Día del Orgullo porque debe ser una celebración en la que todas y todos podamos amar sin ser juzgadas, porque el amor no daña, pero el odio sí, y no hay peor virus que la intolerancia y el odio hacia los demás. Porque el arcoíris debe brillar en cada rincón del mundo, y no sólo en nuestras banderas, y porque una sociedad con respeto y educación, es una sociedad en evolución.

¡No se trata de tener los mismos derechos para ser iguales, se trata de tener derecho a ser diferentes!

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