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No es No, siempre

Aprovecharse de la vulnerabilidad de una chica debe ser condenado social y judicialmente

Participantes en una protesta contra los casos de abusos sexuales.

Hace unos días el Tribunal Supremo absolvía a dos jóvenes que habían sido condenados por sentencia de la Audiencia Nacional, ratificada por otra del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, a diez años por agresión sexual en grupo a una niña de 13 años. Y sí, digo a una niña de 13, ellos tenían 19 y 20 años. Esgrime el alto tribunal a una “simetría en cuanto a edad, desarrollo y madurez física y psicológica”, y a que ella además “tenía cierta experiencia en el ámbito de las relaciones sexuales”, para librar a estos dos individuos de su condena.

Un Tribunal Supremo que dicta jurisprudencia, que unifica doctrina y que debe velar por garantizar una interpretación en la aplicación de nuestras normas actualizada y acorde al pulso social. La chica ya ha intentado suicidarse en dos ocasiones, porque no es lo mismo estar en un piso con tu novio, manteniendo las relaciones que quieres mantener, hasta donde las quieras mantener, que tener que hacer de todo con quien pase por allí y hasta que ellos se cansen. ¿O es que todas aquellas mujeres que hayamos mantenido relaciones sexuales tenemos que soportarlo todo? ¿O es que aquellos babayos inmaduros, por el hecho de serlo, tienen patente de corso para hacer su voluntad con niñas?

No es No, sin género de dudas. Es agotador tener que explicarlo. Solo el sí es sí. No sirven bromas ignorantes sobre si hay que llevar un notario cuando ligas con una chica. Todo el mundo sabe cuándo una relación es consentida y cuándo no lo es. Solo sí es sí cuando el consentimiento para mantener inequívocamente relaciones sexuales es claro, firme e indubitado. No valen presiones, interpretaciones interesadas ni malos entendidos. No consienten las niñas con adultos. No consienten las chicas drogadas, ni presionadas, ni engañadas, ni con discapacidad intelectual. No es consentimiento aprovecharse de que una chica esté muy bebida o inconsciente. No caben interpretaciones, ni valoraciones, ni argumentos jurídicos retorcidos. Y no sirven porque los efectos sobre la salud física y mental de las víctimas son devastadores. Estrés postraumático, ansiedad, embarazos no deseados, terrores nocturnos, insomnio, enfermedades de transmisión sexual, sida, estigma, señalamiento, suicidio.

No son juegos de niños. No podemos aceptar el “son buenos hijos aunque sean tontos”. Los jóvenes y los hombres que se aprovechan de un momento de vulnerabilidad de una chica deben ser señalados y condenados, social y jurídicamente. Los jóvenes y hombres que violan y agreden a sus amigas, a las hermanas de amigos, a familiares, a compañera de clase o de trabajo, a vecinas o a mujeres solas a la salida de una discoteca, no pueden recibir ningún tipo de justificación social, ni mucho menos jurídica. El sábado, a las 19.00. se estrena “Lucía, No es No”, el último cortometraje del director Marino Franco, que una vez más pone el foco en esta realidad. Basado en un post de la sicóloga Paula Marín, resalta la cruel cotidianidad de estas prácticas y sus consecuencias. Agresiones sexuales por personas conocidas en entornos de ocio. Chicas dañadas en bucle, por su agresor o agresores y por la sociedad. Dobles e infinitas victimizaciones, un caldo social que aun explica el porqué de sentencias tan bárbaras como la que relataba al inicio. El cine, otra vez más, como arma de transformación social.

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