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Javier García Cellino

Velando el fuego

Javier García Cellino

101 trabajadores muertos por partido

La elevada cifra de obreros fallecidos en las obras del Mundial de Qatar

Una simple incursión en Internet nos devela el ranking cinéfilo de muertos según aparición en pantalla. "Cuando éramos soldados", la película sobre la guerra de Vietnam, dirigida por Randal Wallace y protagonizada por Mel Gibson, arroja un saldo de nada menos que 305 fallecidos en la hora y media aproximada que dura la cinta. Continuando con el escalafón mortuorio, le acompaña "Titanic", de James Camerón, una de las películas más taquillera de la historia del cine, con apenas algún óbito más: 307 personas en total que acabaron alojándose en las frías aguas del Atlántico. A continuación, "Hard Boiled: Hervidero", la brutal cinta de John Woo, iguala el número de cadáveres, también 307, muchos más bestiales sin duda que los de "Titanic". Con el mismo dígito a la izquierda, desfila por la pantalla "Grindhouse", de Quentin Tarantino, con 310.

En adelante, el gusto por los entierros parece haberse puesto de moda, y así nos encontramos con el velatorio de 468 muertes en pantalla en "Las dos torres", las 558 defunciones de "El último Samurai" o los 572 de la homérica "Troya". Hasta culminar en un verdadero carnaval de difuntos con la colosal ganadora de 11 premios Oscar, "El retorno del rey", asistida por un cortejo fúnebre de nada menos que 836 bajas definitivas.

Sin embargo, este número de muescas palidece cuando se las compara con las 6.500 personas que han perdido la vida en la construcción de infraestructuras destinadas al mundial de fútbol en el desierto qatarí. De ahí que una elemental división entre ese número de muertos y los encuentros a disputar en este vergonzoso mundial, dé como resultado nada menos que 101 trabajadores fallecidos por cada noventa minutos de partido. Una cifra atroz, pero muy verídica, por desgracia, dado que está cuantificada de forma incuestionable con datos de los gobiernos de las personas extintas.

La "Kafala" es el sistema de patrocinio legal de aquel país. Todos los trabajadores tienen que tener un patrocinador, empresa o particular, que posee todos sus derechos sobre este: puede retenerle el pasaporte, no puede cambiar de trabajo sin su permiso, dicta sus condiciones laborales (en Qatar los sindicatos están prohibidos para los migrantes, que son el 95% de la mano de obra)… En tiempos en los que la corrección política se ha convertido en el árbitro principal de las disputas, vemos con qué facilidad las culpas de este carnaval dantesco se pasan de unos a otros, sin ningún tipo de rubor. Y así, lo mismo se señala en el centro de la diana a la FIFA (gente ejemplar, sin duda, dado que 16 de los 22 miembros electores que adjudicaron el mundial a los dueños del petróleo tienen asuntos pendientes con la justicia), hasta incluso hacer descender el listón de la responsabilidad a los propios aficionados que se atrevan a contemplar los duelos.

En todo caso, convendría no perder de vista el proverbio según el cual "desde que se inventaron las excusas, desaparecieron los culpables". De modo que hasta las lenguas más atrevidas detienen su discurso en un fonema que se ha puesto de moda últimamente: el sistema. Mas recordemos que una sílaba no deja de ser, en definitiva, más que una unidad abstracta necesitada de una concreción individual para adquirir su verdadero significado. Antes se escuchaban referencias al llamado sin pudor sistema capitalista. Pero ahora nadie quiere apretarse el nudo de la corbata, por si acaso echa a perder el traje de vestir.

Al paso que volamos el capitalismo acabará siendo una lengua muerta. A pesar de los miles y miles de difuntos (qué curiosa contradicción) con los que desayuna a diario.

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