La británica Penelope Fitzgerald (1916-2000) hizo una entrada tardía en la literatura, ya que no publicó su primer libro hasta los 58 años y, más aún, su primera novela, The Golden Child (El niño dorado, 1977), no vio la luz hasta dos años más tarde. Sin embargo, su irrupción fue como un huracán, ya que su segunda novela fue finalista del Booker Prize, galardón que consiguió con la tercera, A la deriva (1979). Todo había ocurrido, pues, en apenas cuatro años. A la altura de 1996, cuando publica La flor azul, su última narración larga, Fitzgerald era ya una dama indiscutible de las letras inglesas. La flor azul, símbolo del romaticismo alemán, es la biografía novelada del poeta Novalis (1772-1801). Fitzgerald se adentra en la vida del autor de los Himnos a la noche a través de su criticada relación amorosa con la jovencísima Sophie, a cuyo lado intentará descubrir la faz oculta del mundo y de sí mismo. La flor azul es un monumento literario en el que confluyen la magia del primer romanticismo y la maestría de la última Fitzgerald.