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El "protagonista en la sombra" enciende la luz

Las memorias de José Manuel Otero Novas

Otero Novas, el tantas veces llamado "protagonista en la sombra" condensa por vez primera sus vivencias, opiniones y emociones en el ejercicio de sus responsabilidades públicas durante el suarismo, y despliega su agudeza de privilegiado observador a lo largo de toda la transición y el proceso político español hasta fechas recientes. La calidad y el estilo de Lo que yo viví. Memorias polìticas y reflexiones son óptimos para un volumen de memorias, desarrollado con escritura ágil y directa. Siempre refiere hechos y no se alarga en análisis. Engancha desde el principio, y resulta especialmente revelador para quienes hemos vivido en tiempo real los acontecimientos narrados, hace intrigantes sus enfoques desde las primeras lìneas de cada epìgrafe y estimula un seguimiento placentero con frecuentes picos de intensidad. El relato emite en onda distinta de la de sus excelentes ensayos teóricos e históricos (Nuestra democracia puede morir, El retorno de los césares o Fundamentalismos enmascarados, entre otros) Escribir ahora en primera persona le mueve, en definitiva, a un lenguaje muy comunicativo, en el que brillan la inteligencia y la perspicacia y se adivinan las ambiciones.

Nada queda fuera, desde los últimos momentos del franquismo hasta la actualidad. Despacha rápidamente su autobiografía personal y familiar previas a la entrada en política de la mano de Fraga. Por supuesto, todos los episodios que desarrolla son conocidos y han dado pie a una copiosa literatura. Lo que diferencia sus memorias es el enfoque del "gestor oculto" de la transición de Suárez (con quien desempeñó dos ministerios) e incluso post-suarista. Suma muchos detalles hasta ahora inéditos en los que, lógicamente, predomina su vivencia sin "tics" excluyentes.. El mismo advierte contra la imagen de creerse "centro de todas las cosas". No lo fue, pero al narrar su experiencia directa tiene que autocitarse de continuo. Sus revelaciones y los documentos que maneja configuran un protagonismo evidente en la plétora de datos. Habla de los fallos de otros cuando se apartaban de sus orientaciones y también de los propios fallos, los recelos o antipatias que provocó, el alejamiento de Suárez, la tirria que le profesaba Abril Martorell, las maniobras desleales de Paco Ordoñez, etc. Subraya en todo momento su admiración a Fraga y es crítico con la trama que cerró a éste el camino a la presidencia del gobierno.

Sin especial insistencia en la ideología democristiana (Tácito, ACNdeP...) su "moderación progresista" en las reformas del posfranquismo genera una sabrosa tensión tendencial y un bien medido suspense. No es autocrítico en sentido estricto, pero tampoco se obsesiona con la autoreivindicación. Avisa al lector de que hay cosas que no puede ni debe referir (sus conversaciones con el rey, las deliberaciones secretas del consejo de ministros, ciertas confidencias de Suárez...) pero tiene la habilidad de traslucirlas a lo largo de la obra. No precisa los motivos de la dimisión de Suárez, que resulta de lo que ya sabìamos: un "combinado" de la pérdida de confianza del rey y los recelos militares. Sin añadir revelaciones sensacionalistas, se hace creible como inductor de decisiones históricas. Y esto no se limita a su presencia personal en los gabinetes de Suárez sino que se extiende a numerosos acontecimientos en los que trabajaba con ministros y, a partir del triunfo del PSOE en 1982, en consejos bancarios, educativos o empresariales. Llega a detallar sus ganancias y perdidas materiales en la política, tal vez a la vista de los casos actuales de corrupción, a los que alude de manera genérica.

José Manuel Otero es sistemático en la cronología de los hechos. La mayor parte del libro, de prudente dimensión para el genero memorialista, abunda en notas a pie de página y párrafos en cuerpo menor que completan los contextos. El analítico autor de Defensa de la Nación española y Mitos del pensamiento dominante se reinventa como narrador para dar sentido, interés y amenidad a la crónica de casi todo aquello que describe su personalidad en la luz y en la sombra, al nivel de grandes personajes que ya son historia.

La obra concluye con "perfiles" interesantísimos de algunos de tales personajes, entre los que destacan su veneración fragófila, las luces y sombras de Suárez (santificado después de morir), el "borboneo" que cortó las pretensiones de Torcuato Fernández Miranda, y su severidad crítica con Carrillo (aunque fue decidido defensor de la legalizaciòn del PCE). Un complemento muy oportuno de lo que hasta ese capìtulo era descripción de hechos y de su intervenciòn en ellos. Aunque pretenda un tono objetivo, no dulcifica sus juicios y consigue un colofòn que materialmente "se bebe".

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