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Ripoll, el tejido escultórico de los hilos de colores

arte

Ripoll, el tejido escultórico de los hilos de colores

Las últimas piezas de pequeño formato del artista son de mayor sutilidad, evocación poética y sugestión plástica

Buena parte de lo que recuerdo haber escrito sobre César Ripoll en el año 2007, con motivo de una exposición en el Museo Antón de Candás y la instalación de su obra "Obelisco", que obtuvo el premio de ayuda a la creación escultórica, sigue teniendo validez ahora. Sobre todo, genio y figura, en lo relativo a su infatigable actividad en todo lo relacionado con el mundo del arte, que es multidisciplinar y multifacética. Artista de sólida formación académica, creador plástico en muy diversas disciplinas, se multiplica en exposiciones, talleres, cursos, docencias, gestiones culturales y colaboraciones varias, lo que cito porque conviene destacar la inquietud productiva de tal navegación en nuestras muy remansadas aguas del arte.

Pero ya sabemos que lo esencial es la escultura. Y ahora César Ripoll Dono expone sus esculturas en el Colegio de Arquitectos de Asturias, un espacio que por cierto debería estar más a menudo disponible para los escultores, porque escultores y arquitectos comparten el hecho de ser los artistas más preocupados y dependientes del espacio, aunque esté destinado a ser habitado de muy diferente manera. El espacio de los arquitectos en Oviedo lo ocupan pues las esculturas de Ripoll. Son piezas de pequeño formato, como lo fueron aquellas de hace años en el Museo Antón, y mantienen la disposición de su creador a utilizar diversos materiales en construcciones muy características, aunque evolucionando hacia una estética de mayor sutilidad, evocación poética y sugestión plástica

En el universo creativo del artista, las pequeñas esculturas parten bien de objetos encontrados o elementalmente fabricados, lo que las situaría en una especie de derivación del arte póvera o el minimalismo. Claro que esas tendencias tienden a igualar el objeto su percepción y su expresión plástica subrayando su literalidad, natural o fabricada, y César Ripoll busca ahora, y no tanto en el 2007, dotar a sus pequeñas esculturas de una dimensión metafórica y evocaciones simbólicas, quizá también autorreferenciales, vivencias y experiencias de una nueva etapa en su vida. De modo que a partir de la fascinación o la extrañeza de un objeto encontrado o de la simple sugerencia de una materia determinada, elabora su nueva propuesta en concepto y forma mediante un lenguaje muy personal y reconocible, austero, sensible y dúctil. Configuraciones imaginativas y sencillas, con la manipulación imprescindible, en la que tiene protagonismo la voz de las materias y sus relaciones, a menudo compartiendo una misma pieza, alabastro, pizarra, cartón, acero, arenisca, madera, metal, algunas veces con connotaciones arquitectónicas, otras de la naturaleza, orgánicas o inorgánicas, culturales o primitivas, en un discurso más sugerente que hermético contra lo que pudiera parecer. Y luego el guiño o la fantasía de los hilos de lana de colores presente en todas las piezas, abrazando, acentuando o rematando, como hilo conductor que las relaciona y da la unidad que subraya su carácter instalacionista, aportando sensaciones de calidez y energía. Es siempre imaginativo César Ripoll y hay algo en su obra de pureza y candidez que inspira ternura.

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