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Reflejos y reflexiones

La transexualidad en el cine y las series de TV

La protagonista de "Una mujer fantástica".

La transexualidad de hombre a mujer en el cine nos tiene acostumbrados a ver algo, a alguien, espectacular. De hecho, la cámara suele espectaculizar lo que filma. En el mundo de los famosos no hace tanto que vimos a Caitlyn Jenner posar para salir en las revistas de mayor tirada con aspecto de Rachel West, de mujer con una figura extraordinaria cuya personalidad importa poco más allá de que haya tomado la decisión de hacer ciertos cambios en su fisonomía observable. Este caso concretamente, el de Jenner, provocó maremotos de opiniones elogiosas o peyorativas tanto entre el público general como entre feministas bien conocidas. En el cine, como decía, hemos visto transexuales de hombre a mujer interpretadas por actrices: Carmen Maura (Tina) en La ley del deseo y Antonia San Juan (Agrado) en Todo sobre mi madre, por ejemplo. En ambos casos su espectacularidad es obvia: una por su aspecto físico y por la ropa que lleva; la otra porque literalmente se sube a un escenario para contarnos su transformación. En cualquier caso, el público sabía que eran mujeres interpretando a hombres que se habían operado para ser mujeres. Poco desafío a los prejuicios de nadie y mucha risa (por lo visto, que un hombre se vista, se disfrace o tenga apariencia de mujer es 'gracioso').

Desde hace poco, sin embargo, encontramos casos de transexualidad en el cine donde la espectacularidad cede el paso a una normalidad que desmantela las percepciones tradicionales. En la serie de Amazon Transparent, es un actor ( Jeffrey Tambor) el que representa el papel protagonista de un hombre que quiere ser mujer y que empieza a vestirse y arreglarse como una mujer corriente. Sigue pareciendo un hombre de cierta edad pero con el pelo largo y faldas. La película chilena Una mujer fantástica ( Sebastián Lelio, 2017) es otra cosa. En esta la narrativa gira en torno al drama del duelo de alguien que ha perdido al amor de su vida. Por supuesto, el hecho de que esté protagonizada por Daniela Vega (transexual) haciendo de transexual tiene su peso específico. No estamos acostumbrados, o yo no estoy acostumbrada, a no fijarnos en un aspecto sexuado que nos incomoda por inusual. Y, sin embargo, en Una mujer fantástica todo colabora para que nuestra comprensión y nuestras reacciones emotivas vayan por otro cauce: el de la empatía ante el dolor de la persona individual, un dolor reconocible sin dificultad. Esta película empieza con una vistas espectaculares de las cataratas de Iguazú adonde teóricamente irá de vacaciones la pareja protagonista-Marina y Orlando, pero la muerte de Orlando convierte Iguazú en un destino soñado, fluido e inalcanzable. Seguimos a Marina en su proceso de duelo particularmente complicado y multiplicado por las actitudes de la familia de Orlando: la aborrecen porque su mera existencia dice algo de Orlando que no quieren saber o admitir. Sebastián Lelio escoge una estética del dolor y de la frustración acercándonos a las mínimas expresiones de Marina, a sus intentos de reconocerse en el reflejo de espejos y escaparates, y a su manera de expresar la ira dándole puñetazos a una pera de boxeador. También nos regala su particularísima elección de canciones para que Marina (y Daniela Vega) las cante: "Sposa son disprezzata" de Giacomelli y "Ombra mai fu" de Handel, ambas pensadas en su momento para que las cantase un castrato. Definitivamente la transexualidad en el cine, o al menos en esta película, ha abandonado una feminidad impostada para acercarnos a algo más creíble y menos humillante.

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