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FEDERICO TOMÁS | Arquitecto y artista plástico | entrevista

"Ofrezco espacios que no se encuentran en la realidad convencional"

"Todos los elementos que forman parte de la arquitectura tienen memoria y son capaces de albergar recuerdos"

Federico Tomás, ayer, en LAI. JUAN PLAZA

El arquitecto y artista Federico Tomás (Elche, 1982) acaba de mostrar en Laboratorio de Arte Íntimo (LAI), sala que abre sus puertas en el barrio gijonés de Cimavilla, Rapsodias 2. Una singular exposición en la que este inquieto creador ilicitano, que recibió matrícula de honor por su proyecto de final de carrera, ofrece su original visión de la arquitectura a partir de minuciosos ensamblajes y maquetas. Un mundo de casas, espacios y evocaciones.

- ¿Qué relación guarda su exposición gijonesa con Rapsodias, la que mostró el pasado verano en La Calcografía, en Salamanca?

-Es una continuación de aquel trabajo. En la sala LAI, donde hemos expuesto series de varias piezas, el formato ha sido la propia instalación. Digamos que se trata de fragmentos de poemas novelados. En una novela convencional vamos pasando las páginas para poder leer la historia. Si fragmentamos y separamos esas páginas, podríamos verlo todo a la vez. Es una poesía visual con la que podemos verlo todo a la vez y separadamente. Un ejemplo es la serie "El desenladrillador", donde vemos, al principio, una puerta enladrillada. Se ve, después, que empiezan a desaparecer ladrillos, hasta que empiezan a aparecer ladrillos en el hueco de una puerta. Al final aparecería la puerta totamente desenladrillada, además de un hueco con ladrillos. Tiene algo de cosa infinita.

- ¿Qué es eso que llama espacio narrativo?

-Cuando leemos una novela encontramos descripciones, los lugares en que ocurren las acciones. Espacios, objetos y, de algún modo, las acciones que desarrollan los personajes. Y están las relaciones de esos personajes con el lugar. Todo eso constituye, a mi juicio, eso que llamo espacio narrativo.

- ¿Por qué desarrolla su obra a partir del uso de maquetas y de ensamblajes?

-El espacio en el que vivimos parece continuo. También el espacio. Sin embargo me ha pasado que después de leer una novela y tratar de reconstruirla, darme cuenta de que esos espacios no siempre son iguales: donde había una puerta, aparece una ventana o una chimenea. Los tiempos que emplean los escritores no son, en muchos casos, lineales. Lo que hago al trasladar a mis maquetas esos espacios narrativos es poner el foco en esas discontinuidades para ver qué ocurre y explorar esos espacios que parecen no darse en la vida cotidiana. De ahí que el desenladrillador enladrille el hueco de la puerta. Yo tengo la sensación de que nada es infinito en el tiempo.

- ¿Los ensamblajes permiten jugar con todas esas intuiciones?

-Claro. Al final percibimos imágenes. Con los ensamblajes se pueden construir series de espacios con unas determinadas características que sería mucho más complejo, precisarían más recursos, si se hicieran de otra manera. Soy muy minucioso trabajando, así que las maquetas son muy realistas. A veces, si veo la fotografía de la maqueta, creo que es un espacio real. Trato de dar a las personas la posibilidad de ver un espacio que no encontrará en una realidad convencional.

- Hay otro concepto que es importante en su trabajo: el de "casas mutantes"...

-Es una manera de decir que hay una casa, la misma siempre, que va adquiriendo aspectos distintos. Había una narración en la que un personaje encontraba una casa en la que nunca había soñado vivir. Pues bien, ese hombre sueña con una casa y ya nunca puede dejar de soñar con ella. Y es una casa que se va transformando, y de tal manera que va cambiando en función de esos sueños. A veces, la puerta está cerrada y tiene que entrar por la ventana; en otras ocasiones no hay puertas ni ventanas, o la vegetación invade la vivienda. Hablo de casas mutantes porque me interesa mostrar todos esos cambios. Uno no escribe siempre sobre la misma página.

- ¿Visiones al mismo tiempo completas y panorámicas de esos habitáculos?

-No siempre. El ensamblaje tiene algo tridimensional.

- Hay en esas obras algo escultórico...

-Sí, son volúmenes. Pero no podemos ver todas las partes a la vez. Aunque hagas un juego de espejos siempre mirarás más a un espejo que a otro. Lo que me gusta del ensamblaje es que tienes que rodearlo, examinarlo. Ahí está parte de la magia de ese espacio narrativo del que hablamos. Hay discontinuidades.

- ¿Sigue sintiéndose fascinado por Escher?

-La obra de Escher me ha parecido siempre maravillosa. Vi una exposición suya de grabados y me pareció asombrosa su técnica, su minuciosidad. Es una maravilla. Me fascinan esos espacios: no sabemos si las personas suben o bajan. Trabaja también con el infinito.

- ¿Sus casas son habitables o ensoñaciones?

-A priori son ensoñaciones. Cuando me preguntan si se pueden construir, respondo que ya están construidas, sólo que en cartón y papel. Sus dimensiones no permiten que sean habitadas, pero sí podemos fotografiarlas. Y la fotografía se puede proyectar a mayor tamaño, así que pasamos del espacio narrativo a la narración espacial.

- Vivimos un momento en que conviven la arquitectura espectacular con ciudades chabola. ¿La arquitectura no ha encontrado un término medio?

-No sabría responder. Todo eso es muy subjetivo. Por encima de todo eso está la capacidad que tienen las personas de adaptarse al espacio. Ése es uno de los valores de la arquitectura.

- ¿La arquitectura no ha ido abandonando el planteamiento utópico en favor del dinero?

-Mi enfoque tiene que ver con la arquitectura popular y doméstica, que ha llegado a nosotros a través de tiempo y con la que he podido experimentar. Me interesa ver en una casa antigua una puerta que antes estaba en otro lugar. Ves que han tenido que cortarla, adaptarla. Tengo la sensación de que esa puerta tiene una memoria. Todos los elementos que forman parte de la arquitectura tienen memoria y son capaces de albergar un recuerdo. Todo eso me parece apasionante.

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