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MÚSICA

Machismo de pentagrama

La dificultad de las mujeres para acceder a los puestos claves de decisión en el mundo de la música

Machismo de pentagrama

El pasado ocho de marzo se celebró el Día Internacional de las Mujeres. La denuncia de la marginación de la mujer, en todos los ámbitos, es una batalla que dista mucho de estar ganada. La música no sólo no es una excepción, sino que constituye uno de los sectores en los que el machismo ha impuesto su ley sin apenas reticencias hasta hace muy poco tiempo. No me refiero tanto al ámbito de los solistas, como de la actividad de base en las orquestas y asimismo en los ámbitos de decisión.

Poco a poco las formaciones orquestales han ido incorporando mujeres a sus plantillas. No ha sido fácil. Un ejemplo creo que ilustra perfectamente la situación. La orquesta Filarmónica de Viena, una de las mejores del mundo, no admitió mujeres en su plantilla hasta ¡1997! Frente a los criterios de admisión de capacidad musical e igualdad de oportunidades para ambos sexos, había un criterio previo: ser hombre. Es algo alucinante, pero sucedió, aunque más de tapadillo, en muchas otras formaciones. El problema empezó a solucionarse en cuanto se impusieron las audiciones detrás de una cortina para evitar que el tribunal viese a cada pretendiente y sólo se juzgaba la ejecución musical de cada una de las piezas. Aún recuerdo a músicas aconsejarse unas a otras, antes de acudir a pruebas de selección para orquesta, de que no llevasen zapatos de tacón para que el tribunal no pudiese intuir que era una mujer la que estaba tocando. A día de hoy ese techo de cristal se ha ido rompiendo y se va imponiendo, con lentitud, una paridad lógica si sólo los criterios de capacitación son lo que se tienen en cuenta.

Pero no es el único ámbito machista en el mundo de la música. Son muy pocas las mujeres que asumen cargos gerenciales y de dirección artística en las orquestas y en los teatros de ópera. Ahí también se va avanzando, pero a pasos de tortuga. En los equipos técnicos hay, cada vez, una mayor igualdad, pero, como sucede en otros sectores, cuando se llega a determinados cargos las mujeres desaparecen y son los varones los que ocupan esos lugares de decisión. Este diario es también una excepción en otro campo copado por los hombres: la crítica musical. Aquí desarrollan su labor magníficas críticas musicales. Es algo muy extraordinario y que llama la atención porque en la musicología, y en las artes en general, la presencia femenina es abrumadora.

Otro campo al que las mujeres les ha costado llegar de forma increíble es el de la dirección orquestal. Tenemos un ejemplo muy cercano en Asturias, el de la recientemente fallecida maestra Elena Herrera, casi una pionera que tuvo que aguantar cosas tremendas en su carrera y demostrar su valía el doble que cualquier otro colega varón. Hace años presencié una conferencia suya en la Universidad de Oviedo en la que una señora del público le recriminó que ¡siempre saliese a dirigir con el mismo vestido! Ella rápidamente le respondió si le preguntaba a algún director hombre porqué siempre hacía idéntica función con el mismo frac en todos los conciertos. Detrás de ella vinieron otras profesionales que han conseguido afianzar carreras, pero aún cuesta encontrar directoras en los circuitos y que reciban las mismas oportunidades que los hombres. Capítulo aparte es el de la composición, con marginaciones continuas a lo largo de la historia y aún hoy con muchos problemas al respecto. En definitiva, queda camino por recorrer y todavía falta mucho para lograr la equiparación real en el conjunto del sector.

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