La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El cómic de Marcelo D'Salete y el regusto amargo del azúcar negro

Angola Janga cuenta la historia de la larga guerra contra los esclavos sublevados en Brasil

El cómic de Marcelo D'Salete y el regusto amargo del azúcar negro

"Angola Janga" es kimbundu, una lengua bantú, y significa "la pequeña Angola". La pequeña Angola estaba en las montañas del estado brasileño de Pernambuco. Fueron asentamientos de esclavos africanos que sobrevivieron a la travesía mórbida desde el puerto de Luanda al de Pernambuco, a la explotación de 16 horas diarias en los ingenios azucareros en malas condiciones y con castigos y a la fuga y persecución hasta Serra da Barriga. Los montes protegieron sus chozas con techo de paja (llamados mocambos o quilombos) desde el siglo XVI al XVIII.

El tráfico de esclavos para la explotación del azúcar y la madera y otras actividades fue tal (en el siglo XVII, de 4.000 a 8.000 por año) que Macaco, la capital de la Pequeña Angola, llegó a tener 6.000 habitantes y estaba fortificado contra las expediciones militares de los portugueses.

En el contexto de esta historia fascinante, el historietista brasileño Marcelo D'Salete ha construido Angola Janga, una novela gráfica de 430 páginas que ha ganado el premio Eisner a la mejor edición norteamericana de material internacional en el Comicon de San Diego de 2018. El Eisner comparte con el Oscar la tendencia a dejar para mejor obra extranjera obras con tragedias locales.

Angola Janga se centra en la guerra de Palmares y su historia avanza desde 1655 hasta 1695 con el foco puesto sobre Zumbi, un líder de los huidos que nació libre, quedó huérfano a los pocos días en una matanza, fue criado en la iglesia de Porto Calvo como "el pequeño Francisco" y regresó a la libertad en la adolescencia porque no cabía para un negro más integración que la esclavitud.

El protagonismo de Zumbi se va destapando capítulo a capítulo porque la estrategia narrativa de D'Salete es construir una historia coral de brutalidad y brujería, guerras civiles y traiciones, dominación por la fuerza y la política, con piezas que taracean cuatro décadas de vida y lucha de unos africanos atrapados entre el mar, del que venía la esclavitud, y la montaña, donde estaba la libertad. En sus tierras tenían -según la crónica- "todos los beneficios y comodidades para su sustento, porque los ríos les daban peces; la selva, caza; los troncos, miel y las palmeras, ramas con las que cubrir las casas; así como con las hojas fabricaban tejidos para vestirse, además de sal, aceite y vino, que la industria humana ha sabido sacar de esos abundantísimos y fertilísimos árboles".

Las historias personales pequeñas y grandes en los ambientes extremos de los colonos completan el mosaico de los grupos que convivían en aquel mundo en construcción. La de Domingos Jorge Velho, un exterminador de sublevados que atacó Palmares con bandeirantes e indígenas oruazes, es buen ejemplo de la psicopatología de la conquista y colonización que aún resquema siglos después.

Marcelo D'Salete no procede del cómic. Estudió diseño gráfico, se graduó en Bellas Artes y se licenció en historia del Arte. Se nota y no para mal, porque no llega al cómic de excursión. Dibuja a plumilla con trazo fino, nervioso y sencillo y pinta con pincel grueso muy suelto y dramático. Cuando representa la naturaleza (el follaje de los árboles, las olas del mar y el agua del río) recurre a una iconografía africana que contrasta -voluntariamente- con el resto de la representación realista. No está lejos de lo que hizo otra proveniente de Bellas Artes, Marjane Satrapi, en Persépolis para contar su vida fundiendo en su dibujo iconografía persa.

El historietista ha trabajado a conciencia su narrativa en imágenes, aunque se haga difícil alguna entrada y salida de sus flash-back. Mueve bien los planos para mantener la amenidad visual cuando hay diálogos y, aunque las palabras cuentan en este relato, recurre a que lo que pueda mostrar el dibujo no lo digan los textos. Es sobrio en la diagramación de la página, fundamentalmente realizada con viñetas pequeñas que crecen a la media página para planos panorámicos que sitúan la acción, para el subrayado de la violencia y para detener la acción cuando es solemne o favorece todo el desarrollo lírico final.

El libro necesita varias horas de sillón sin interrupciones. Es un volumen denso en el que, para avanzar, hay que aprovecharlo todo: desde las guardas, que incluyen un dramatis personae, hasta el glosario postrero al que es imprescindible acudir con frecuencia, salvo que ya se esté familiarizado con la temática y los 48 términos que incluye. Añade pequeños textos históricos que abren cada capítulo, una cronología de la guerra de Palmares, media docena de mapas, bibliografía para profundizar más en lo que ha aligerado D'Salete en favor de su historia.

Compartir el artículo

stats