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Soledad, silencio, ruido

Elisa Torreira queda desprotegida en el Museo Antón de Candás

La obra “Ruido”

Un vestido protege y tapa, pero también oculta y hace invisible, así como enaltece y resalta, porque su esencia es femenina. Es corsé y escote, “hiyab” y velo transparente, disfraz, lujo, encarnación, fiesta, luto, frontera, refugio y prisión. De su compleja casuística hace gala Elisa Torreira en el proyecto que presenta ahora en Candás, con el que obtuvo la Beca Antón 2019, la más importante ayuda a la creación e investigación escultórica que se otorga actualmente en Asturias, ligada al desarrollo de una propuesta expositiva en el museo titular. La suya va más allá de lo que comúnmente se entiende como escultura y llega hasta la instalación sonora, mezclando poesía recitada y montaje escenográfico, en un recorrido diáfano por tres estancias separadas.

“Silencio”

“Silencio”

La artista avilesina siempre ha trabajado en el área de la poesía visual, incluso cuando, hace ya bastantes años, se dedicaba principalmente a la pintura, en la que contraponía expresión lírica y emoción contenida, con veladuras a modo de segunda piel con la que cubría sus lienzos. Su propósito de aunar armónicamente voces contrapuestas y simultáneas, que surgía de su primigenia vocación como poeta, fue luego dando sucesivas derivas hacia el libro de artista, a veces en colaboración, y el poema-objeto, capaces de concentrar el infinito en un junco o en un pequeño frasco de cristal, como mensajes en una botella lanzados desde un voluntario aislamiento en soledad compartida. A partir de entonces ha expuesto en Francia, Alemania, Portugal o México, con frecuentes recalajes en la tierra de la que es originaria y de cuyos hábitos no quiere desprenderse tan fácilmente, aunque en ocasiones luzcan lo mismo que un triste harapo de náufraga.

La exposición comienza por una sala con el epígrafe de “Soledad”, en la que aparece una única pieza de metacrilato, iluminada en su línea de contorno, como un fantasmal atuendo incorpóreo, una cariátide sin cabeza, una Victoria sin alas. A continuación, otra en la que se ven nueve vestidos de niña como de comunión, bajo el rótulo “Silencio”, en la que se hace explícita la voluntad de denunciar la inocencia perdida y el ignominioso mutismo ante la violencia sexual contra la infancia. Finalmente, en la denominada “Ruido”, en la que se hace referencia a aquello que nos distrae de lo que tenemos entre manos, hay dos vestidos estampados, bordados en oro, de diferente tamaño y junto a los que se escucha un audio en el que la autora recita algunos poemas que introducen las claves de lo mostrado: la vanidad del mirar y ser mirado, el falso olor a limpio, la hipocresía ante una vida en apariencia alegre pero en verdad arrastrada. Elisa Torreira se desnuda y en su lugar sólo deja ropajes vacíos, deshumanizados, que no ofrecen amparo ni protección, aun con el acceso restringido.

“Soledad”

“Soledad”

Lo acertado de la propuesta, con un buen catálogo diseñado por ella misma y fotos de José Ferrero, viene a subrayar el interés de este concurso, que en su momento dejó un impecable patrimonio escultórico en la localidad y que en los últimos años ha premiado y expuesto a Stella Rahola, Belén Rodríguez, Lucas Martínez Grullera, María Castellanos y Alberto Valverde, Esther Pizarro y Guillermo Basagoiti Brown. En su edición más reciente los seleccionados han sido el dúo formado por Román Torre y Ángeles Angulo, con un fantástico proyecto lunático que sin duda sorprenderá cuando pueda ser desarrollado en el Museo Antón de Candás.

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