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bloc de notas

Casi cien hallazgos extraordinarios sobre Kafka

Reiner Stach, biógrafo del autor de “La metamorfosis” y “El proceso”, arroja nueva luz inesperada sobre su vida

Ilustración de Pablo García

¿Era Kafka un tacaño? Contaba Max Brod, su amigo y editor, que le oyó decir a Milena Jesenská que en una ocasión le dio una moneda de dos coronas a una mendiga y quiso que le devolviera una. Le parecía mucho dinero. La mendiga respondió que no tenía cambio; Kafka y su amada estuvieron parados al menos dos minutos pensando cómo iban a solucionar el asunto hasta que finalmente al escritor se le ocurrió que la pedigüeña podía quedarse las dos coronas. Pero apenas dio dos pasos, se puso de mal humor. Jesenská le contó a Brod que Franz era también el mismo hombre que había sido capaz de darle, sin rechistar, entusiasmado, veinte mil coronas. En cuestiones pecuniarias, Kafka podía ser tan generoso como mezquino; se reprochaba a sí mismo la tacañería en cosas pequeñas. Tampoco, según parece, era un hombre de negocios astuto. Recibió 37 pfennigs por cada copia que se vendió de su primer libro, “Contemplación”, el volumen de microrrelatos que vio la luz en 1912 con una tirada de 800 ejemplares. Las ventas tampoco fueron grandes entre 1915 y 1918: solo 69 volúmenes por año. Medio siglo después, Kafka estaba en pleno apogeo, no pasaba una semana sin dos nuevos libros suyos. Pero, durante el tiempo que vivió, sus obras solían encontrar poco más de un comprador por semana. Curiosamente, un año antes de que se publicara “Contemplación”, Kafka había pensado seriamente en convertirse en millonario con libros de éxito. Junto con Brod, diseñó una colección que les daría a ambos la independencia financiera que habían anhelado y una redención en la oficina. Llamaron al proyecto “nuestro plan millonario”.

La “empresa millonaria” de Kafka es uno de los 99 hallazgos que Reiner Stach (Rochlitz, Sajonia, 1951) ha recopilado en un volumen con el título de “¿Éste es Kafka?”. Contiene pasajes de cartas, fotografías y diversos documentos, algunos curiosos y extravagantes, divertidos o profundamente conmovedores, otros de repente iluminan una faceta inesperada en la naturaleza y obra del autor checo. No todo lo que Stach desenterró durante su investigación en bibliotecas, archivos y en el vasto ámbito de la literatura de Kafka, proviene del propio Kafka, también hay recuerdos de amigos y compañeros entre ellos. Pero Stach se asegura de que voces destacadas como Milena Jesenská, Felice Bauer o Max Brod no ocupen más espacio que las declaraciones y testimonios de personajes mucho menos conocidos o marginales de la vida del escritor.

Los hallazgos de Stach no son hitos en la escritura del autor de “El proceso”. Hay pequeñas gemas de aparente frivolidad prodigiosamente engarzadas que solo pueden brillar cuando se sumergen en la luz adecuada. Como es el caso que nos ocupa. No por casualidad, Stach ha estado durante más de diez años trabajando en una monumental y es posible que definitiva biografía de Kafka en tres volúmenes, traducida al español y publicada por Acantilado en 2016. De la cantidad casi inimaginable de material que recopiló con este propósito, selecciona deliciosas migajas y con suma destreza impide que caigan de la mesa al olvido.

El repertorio es variado e interesante. Ofrece desde reflexiones sobre la cerveza extraídas de la correspondencia, hasta la investigación de un informe sobre el color de sus ojos, o la idea que se les ocurrió a Kafka y a Brod, en un viaje a París, vía Lugano y Milán, de publicar una serie de guías de viajes a bajo precio. Algunos de los hallazgos tienden a la hipérbole, como sucede en el “66”, “Kafka inventa el contestador automático”; o parecen estar conscientemente enfocados a preocupaciones de nuestros días, del modo que ocurre en el “28” (“Kafka desprecia las vacunas”). Pero, en general, pretenden iluminar las verdades de su biografía. En “¿Bajas en una lectura pública de Kafka?”, Stach comparte con los lectores la historia ya conocida y difundida por Max Pulver de un encuentro en Munich al que supuestamente acudió Rilke y en el que supuestamente el auditorio se iba desmayando al tiempo que el escritor leía. El propio autor de “¿Éste es Kafka?” desmonta, no obstante, el relato apócrifo de las tres personas que pierden el conocimiento, agregando que resulta inconcebible que, de haber sucedido como cuenta Pulver, la prensa no se hubiera hecho eco de semejante incidente.

Se dice que Kafka no revelaba fácilmente sus secretos. No quería ser la comidilla; era consciente de que el mundo se escribía negro sobre negro y sencillamente se entregaba con discreción a sus fantasías. Este libro de Reiner Stach es un extraordinario e inteligente apéndice biográfico alternativo de la vida del gran autor praguense.

Cubierta del libro

Cubierta del libro

¿Éste es Kafka? (99 hallazgos)

Reiner Stach

Traducción de Luis Fernando Moreno Claros

Acantilado, 336 páginas, 22 euros

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