La apuesta del sentimiento

Desde una sinceridad no exenta de contundencia, un sentimiento al descubierto plagado de generosidad y la necesidad de elevar la palabra por encima del silencio, Gabriel Sopeña ha compuesto cientos de canciones. El resultado es el libro "Cantar cuarenta", que recopila sus letras, traducciones y adaptaciones desde 1983 a 2023. Más allá de su interés musical, conforman una manera unipersonal de mirar la vida y encarar el mundo.

En un texto introductorio, Luis Alberto de Cuenca se refiere al autor aragonés como "un faro de luz que emite música" y Magdalena Lasala alude a un canto "que traduce la intensidad de su mirada interior sobre el interior de otros al convertirla en palabra, lucidez, historia y vaticinio". Octavio Jiménez Milián realiza un excelente y milimétrico estudio de la vida y carrera artística de Sopeña, con su historia y su intrahistoria.

Las primeras canciones, como las de "Ferrobós", denotan la singularidad de una propuesta poética, el rock urbano que adquiere tintes poéticos, sin solemnidad y con una esmerada espontaneidad que adornan los acordes: “¿Quién modeló tu figura al trasluz, / y plantó guitarras en tu talle”. El entendimiento con Mauricio Aznar, su compañero inseparable, dio frutos excelsos como la archiconocida "Apuesta con el rock and roll". Ambos captan una desgarrada universalidad hispana en las canciones de "Más Birras". Con "El Frente", Sopeña puso en pie su pluma afilada para escribir letras. Pero, además, la virtud innata e intuitiva del autor para poner música a poemas de otros ya se remonta a esa época, en concreto en "Cass", poema de José Luis Rodríguez García.

Pero el punto álgido llegará con Loquillo. Tras donarle la bella "Brillar", llegarían discos como "La vida por delante", "Con elegancia", donde Sopeña pone notas musicales a un poema del mismo nombre de Jacques Brel, y "Su nombre era el de todas las mujeres", con poemas de Luis Alberto de Cuenca. La colaboración entre ambos en multitud de canciones en que el músico aragonés confeccionaba temas al roquero catalán con arte y medida, como "Cruzando el paraíso" o "Rock and Roll actitud". Un repertorio que incluye a Lorca, Gil de Biedma o Benedetti, y que fue un diccionario poético de primera consulta para varias generaciones.

Canciones de gasolina de largo recorrido, de amores perdidos y hallados, del viajero que se echa el universo en la mochila, son argumentos recurrentes que acaban por desbordarse en emoción. Factor muy notable también en su producción poética, con composiciones tan redondas como "Lisboa" o "Nunca he despertado junto a ti", esta última de uno de sus dos discos en solitario. La nómina de colaboraciones con otros músicos es atrayente y poderosa: Jackson Browne, María Creuza, Ángel Petisme, María del Mar Bonet… También lo es la de versiones: The Clash, Elvis Presley, Kris Kristofferson, Johnny Cash… Un doctor en Filosofía y Letras que dedicó sendos discos a la paz y a las poetas latinoamericanas y fue el primero en poner partitura a Octavio Paz, que sabe a las mil maravillas el oficio de cantar y el poder de transformar voluntades con una guitarra y una voz.

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