El desplante de Eto$27o, que el domingo se negó a jugar porque, según él, quedaban pocos minutos de partido cuando el entrenador le dio la orden de saltar al campo, pone de relieve que en todos los vestuarios cuecen habas y que la conversión de los futbolistas en multinacional está arrumbando el concepto de equipo, de esfuerzo colectivo y de solidaridad en el esfuerzo.

Los tiempos han cambiado tanto que la ya mítica frase de Santiago Bernabeu sobre los peligros de los futbolistas con papá ahora podría ser considerada, por lo menos, como síntoma de acoso laboral. Ahora algunos futbolistas no respetan al entrenador o al compañero que lo sustituye. La multinacional de Beckham podría ser la excepción. Condenado al ostracismo durante más de un mes, vuelve al equipo, marca un gol salvador y el inglés no hace ni un gesto de más ni pronuncia una palabra más alta que otra. Eto$27o está hecho de otra pasta y pide ayuda a papá porque el míster no le pone, aunque lleve más de cuatro meses sin jugar y esté falto de ritmo. Por lo visto, según los finos analistas, estaba molesto porque Messi había salido a jugar antes que él. El líder tampoco tiene una balsa de aceite en el vestuario.

El fútbol de hoy ha alcanzado tal grado de mercantilización que los futbolistas llaman a papá a la menor. Papá, en el caso de la élite, son los asesores, los estilistas, los jefes de prensa o los mensajeros; el entorno, que diría Cruyff. Papá, no salgo porque me merezco más de cinco minutos de partido o no merezco que me cambien o no hay derecho a que me manden a una banda. Lo que sea, el caso es quejarse.

Por estos pagos, aún colea la polémica interna de El Toralín, la del quítate tú para ponerme yo. Preciado, que suele destilar sensatez, dice que la cuestión surge por la falta de costumbre en tirar penaltis. Y tiene razón. Han pasado muchos meses desde el último que lanzó el Sporting. Que en el próximo (a ver cuánto tiempo transcurre hasta el próximo) será él quien decida sobre la marcha. Así debe ser y así se evitará cualquier situación no deseada. Preciado vio bien que fuera Omar el lanzador de Ponferrada y ve mejor que el chaval acertara con el gol. Por el gol y por los meses que el jugador llevaba sin hacer gol. No sólo hay que repartir las penas, sino también las alegrías y los logros. Asunto resuelto y a pensar en la llegada del Elche de David Vidal, un entrenador que soñó más de una vez con el banquillo rojiblanco. Un clásico, con apagones, del fútbol español por su talante y por un palmarés más valioso de lo que creen algunos finos analistas.