Barcelona,

Javier GIRALDO / Efe

El Barcelona se destensó definitivamente ante el Getafe, rival de poca historia y mucho empaque, en un partido en el que se quedó sin luces, apagado pese a sus méritos y obligado a conformarse con un empate que le condena a recibir las críticas de su público, expresadas con una pañolada en el pitido final.

Ni la inspiración ni la suerte acompañaron a los de Rijkaard. Ganó el combate a los puntos, pero el fútbol no premia las ocasiones ni los balones al palo. Hasta tres tuvo el Barça, impotente ante el sistema defensivo del Getafe, un equipo capaz de resguardarse con garantías cuando es necesario y de tocar la pelota si el rival se lo permite.

Dueño del balón, como de costumbre, al Barcelona le faltó precisión. También un punto de velocidad en la circulación, carencia que lastra al equipo desde hace meses, incapaz de multiplicar las revoluciones del partido a su antojo, como en sus mejores días. La pelota al espacio, seña de identidad del equipo que se coronó en París, es ahora un balón al pie. Le faltan jugadores decisivos. Ni siquiera Bojan pudo resolver ayer.

Al equipo de Laudrup, con tantos minutos en las piernas como el Barça, le cundió su apuesta futbolística, un invariable 4-4-2. Aunque le castigaron las lesiones, que le obligaron a gastar dos cambios antes del descanso, resistió con la tranquilidad de un grande y puntuó por vez primera en el Camp Nou. Vivió relativamente tranquilo durante los 90 minutos, amén de las ocasiones que se dan por descontadas en un escenario así.

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