Gijón, Víctor RIVERA

El Gijonés Josu Uribe dirigió al Alavés hasta que, en una sorpresiva decisión, el presidente del club vitoriano decidió destituirlo después de dos buenos resultados y cuando el Alavés estaba fuera de los puestos de descenso. La destitución de Uribe provocó la dimisión del entonces secretario técnico del club vitoriano. Alejado de los banquillos, el gijonés sigue viviendo en Vitoria hasta que sus hijos terminen el curso escolar y enfrascado en diversos proyectos a la espera de que le llegue una oferta que le permita volver a sentarse en un banquillo. Uribe se muestra desencatado con el fútbol y dolido por lo mal que le recibió un sector de la afición rojiblanca en su última visita a El Molinón allá por el mes de diciembre.

-¿Qué proyectos le ocupan?

-Pues nada, esperando a que termine la temporada y continuó formando y perfeccionándome. Acudo a ver muchos entrenamientos para conocer los métodos de otros compañeros y tratar de ser mejor entrenador. Sin trabajar no se lleva bien.

-También va a publicar un libro.

-Sí, estoy muy ilusionado. Es una recopelación de 25 artículos de fútbol en los que plasmo mi visión de este deporte y de mis experiencias. Me hace ilusión sobre todo porque se lo quiero dedicar a mi padre y es algo que tenía en el ordenador y ahora le he dado forma.

-¿Encontrará acomodo en el mercado que se abre ahora?

-Bueno, somos muchos y ahora mismo estoy un poquito decepcionado. No acabé la temporada trabajando y eso siempre es un problema. El fútbol es así, ahora estoy desilusionado y a lo mejor mañana llega algún proyecto ilusionante.

-¿Qué sentimiento le produce a usted el Alavés-Sporting?

-Lo veo desde afuera, porque trato de evadirme de todo lo que es mi antiguo equipo. El de Vitoria ha sido un proyecto muy bonito y mantengo una gran relación con los futbolistas y los técnicos del club. Al Alavés le deseo que se salve porque le va la vida en ello, ya que la permanencia supondría prácticamente la supervivencia del club.

-¿Y el Sporting?

-Como asturiano y gijonés, siempre es bonito ver al equipo en Primera División. El Sporting depende de él y lo tiene más sencillo, porque incluso puede darse el lujo de fallar alguna vez. Me gustaría que los dos equipos alcanzasen finalmente su objetivo.

-¿Cuáles pueden ser las claves del encuentro?

-No lo sé, desde que dejé el equipo no he estudiado en profundidad cómo se maneja. Intento evadirme, porque lo contrario no me ayuda. El Alavés es un equipo que funciona mejor en casa que fuera, que consigue muchos puntos en Mendizorroza y que está en una dinámica peligrosa. El Sporting se juega mucho, pero es otro tipo de presión y de nervios. Jugar por ascender te hace crecerte y pelear por la permanencia te encoge.

-En Vitoria se está recordando mucho el partido de El Molinón, del que usted fue protagonista.

-Prefiero no hablar. Sucedieron muchas cosas dentro del terreno de juego que yo creo que deben de quedar ahí. Y también hubo cosas del terreno de juego. Cada uno es mayor y tiene que ser consecuente con lo que hace o con lo deja de hacer. El partido de mañana va a ser fuerte porque los dos se juegan mucho. Nosotros aquel día nos fuimos muy dolidos y los jugadores tienen su corazón y les hace falta fue la victoria.

-¿Se fue usted muy dolido?

-Sí, me fui muy dolido. Te intentas acostumbrar, pero no puedes. Eres de Gijón, es tu ciudad y te sorprende. Me pregunto muchas veces qué he hecho para que un sector de la afición de Gijón me trate así. Afortunadamente, la mayoría me respeta y me valora. Yo no le hice nada al Sporting más que rechazar una oferta profesional porque pensaba que no podía llevar al equipo donde yo quería. Al final, el equipo ese año se salvó en la penúltima jornada y posiblemente yo no hubiera podido llegar al final del ejercicio si hubiera estado en el banquillo. No era el momento y sabía que no iba a poder competir para ascender. El tiempo me dio la razón y el Sporting acabó pasando apuros para mantener la categoría. Como gijonés y como sportinguista, te duele.

-En Vitoria tampoco pudo acabar la temporada, pero el equipo ha ido a peor.

-Son cosas que pasan. Hay veces en las que piensas que otro entrenador puede sacar más rendimiento al equipo, pero yo aquí estaba muy contento y había trabajado muchísimo en unas condiciones muy difíciles. Tenía la sensación de que estaba haciendo un buen trabajo. Me habían marcado el objetivo de salvar la categoría y tenía siete equipos por debajo cuando me destituyo un presidente, no un director deportivo o una secretaría técnica.

-En Elche ya le pasó algo parecido.

-Sí, éramos sextos a tres puntos del ascenso y acabaron salvando la categoría en la penúltima jornada. A veces los cambios van bien y otras no. Cosas del fútbol. Al final el que lo paga es el profesional que se va para casa y sufre un daño personal, profesional y familiar. Por todo eso, ahora mismo estoy un poco desilusionado y desencantado con el mundo del fútbol, pero ya se sabe que esto va por temporadas.

-¿Cómo ve la carrera por el ascenso?

-Muy igualada. El Málaga es el que más ha aflojado, pero queda mucho. Doce puntos son muchísimos. Creo que lo conseguirán los que menos fallen. Cuando hay tan poco margen de error, cuatro partidos se hacen muy largos. Mi corazón me pide que asciendan el Sporting y la Real Sociedad, pero también me alegraría por Muñiz, con el que tengo una buena relación, si el Málaga lo consigue. Como sportinguista me alegraría de que el Sporting lo lograse.