Oviedo, Á. F.

El escenario, Playa Ruanillo, en el paraje de Cap Cana, República Dominica. Cocoteros, arena blanca, fina y aguas cristalinas. Y de pronto, un Fórmula 1 con los colores de Red Bull. Al volante, Jaime Alguersuari en una acción sin precedentes. Golpe de efecto de la bebida de las alas, que lleva una semana con su montaje en la isla. Al mando de las operaciones el piloto español, que hace unos días reunión 200.000 personas en el malecón de Santo Domingo. Sobre la arena, en recta, alcanzó los 185 kilómetros por hora. Lo nunca visto con un con un monoplaza de Fórmula 1, que en este caso era un Red Bull del año pasado, contra el Toro Rosso que suele pilotar Alguersuari durante el Mundial.

El español inició afrontó por primera vez una temporada desde el comienzo con el segundo equipo de la marca de bebidas, tras participar en las últimas nueve carreras del año pasado. El noveno puesto en Malasia de la dio sus primeros dos puntos y después en Barcelona añadió otro más.

Con 20 años recién cumplidos, su perfil encaja en la filosofía de deporte espectáculo que plantean en Red Bull. Cumple en la pista bajo la exigencia de una escudería que crece a rebufo de la madre Red Bull. Y luego, tan pronto pasa una semana de promoción en la República Dominicana, como aparece una noche poniendo discos en una de las fiestas dominicales de la Fórmula 1.