Hace tres semanas, antes de la carrera de Corea del Sur, hasta Fernando Alonso habría firmado la quinta posición en la parrilla de Interlagos junto al liderato que ahora tiene con un colchón de once puntos sobre el segundo. La lotería de Yeongam le puso al frente del Mundial y le entregó para Brasil la primera bola de partido. De título. El vuelco llamó a la euforia y al asturiano le rodeó un clamor de optimismo, un rosario de cálculos que le ponían campeón ya esta tarde. Todo puede pasar aún. Lo de ayer dejó un sabor amargo en Ferrari. Con el piso mojado, como durante casi toda la sesión de clasificación, Alonso tenía algunas opciones. Las gomas de agua igualan prestaciones, pero al final, muy al final, apareció en la pista un estrecho carril seco. Suficiente para calzarse los slicks y que Red Bull dejase la parrilla en el orden habitual.

Fue la colocación lógica, salvo por un detalle. El alemán Nico Hulkenberg, un piloto sin el futuro asegurado, puso boca arriba la parrilla y se colocó en la pole con su Williams. Tuvieron vista en el equipo para ponerle los neumáticos de seco una vuelta antes que al resto de pilotos. Fundamental para conseguir más temperatura. Completó además una vuelta perfecta y se situó al frente del pelotón con ¡un segundo! de ventaja sobre Vettel. Sorpresa y de las gordas.

Tras ellos, Webber, Hamilton y un Fernando Alonso a quien se le pone por delante una batalla espectacular. Es el líder, el hombre a batir en esta final a doble partido en Brasil y Abu Dhabi. Juega con la necesidad de los demás para buscar ganancias. Ahora sí que nadie puede fallar. Por ello se presume una salida a la desesperada de Hamilton. Debe ganar el inglés y tiene justo delante a Webber, que será el primer objetivo. Más adelante aparece Vettel y al frente, Hulkenberg.

El papel del joven piloto alemán se presume interesante. Está ante su tarde de gloria. Hacía 99 carreras que no aparecía un Williams al frente de la parrilla. No se dejará adelantar con facilidad, pero su escasa velocidad punta juega en su contra en las primeras vueltas. Si salva el arreón inicial y hace tapón, se puede formar una buena en el pelotón.

A este escenario se llegó después de una sesión de clasificación con el asfalto mojado. La tormenta del viernes por la noche castigó Sao Paulo. Siguió lloviendo toda la mañana del sábado pero con mesura, ni hubo rastro del aguacero apocalíptico que algunos anunciaban la víspera.

Alonso se tuvo que vaciar desde el principio. Pasó al frente el primer corte, sí, pero después de hacer una vuelta al límite muy al final. Webber y Vettel pusieron orden en la Q2, con el Ferrari agonizando. Massa llegó al último acto por los pelos y Button se quedó fuera. El inglés puede ser el primero de los cinco candidatos que se quede sin las pocas opciones que tenía.

En la pelea final, el asturiano llegó a estar al frente de la tabla de tiempos justo antes del último cambio de neumáticos. Con todos los rivales colocando las gomas lisas para el último esfuerzo, a Alonso no le quedó más remedio que imitarles. Ferrari sufre a la hora de calentar sus neumáticos. Es su punto débil de la temporada. Un lastre los sábados pero un regalo para la carrera, cuando llega el momento de cuidar las ruedas. Por ahí viene construyendo Alonso su liderato en el Mundial, casi siempre a remolque de lo que ha sucedido el sábado, territorio privado de Red Bull, y por ahí sus aspiraciones para la gran cita de esta tarde.