Corría el año 1993 cuando un joven estudiante gijonés del Colegio de la Inmaculada entrevista al jefe de Deportes de SER Gijón, Manfredo Álvarez, para la revista escolar. Él lo desconocía en aquel momento, pero ese encuentro iba a marcar su vida.

Ese joven, que por aquel entonces contaba dieciséis primaveras, se llamaba Juan Manuel Castaño y, con el paso de los años, su voz, primero, y su rostro, después, se han hecho reconocibles para todos los españoles. Juanma Castaño ha alcanzado el rango de famoso comunicador de masas merced a una prodigiosa habilidad innata delante del micrófono armada de frescura y desparpajo.

Hijo de Juan Manuel, policía nacional, y Tere, ama de casa, creció en el barrio de El Llano. Fue en el colegio donde empezó a destaparse su carácter de aguililla. Escribiendo para la revista del Inmaculada, contactó con la Cadena SER para obtener el teléfono de un futbolista del Sporting. Entonces, se cruzó en su vida la figura de Manfredo Álvarez. Juanma terminaría haciéndole una entrevista para la publicación colegial, y Manfredo, tras casi toda una tarde de charla, se dio cuenta de la «chispa» que tenía.

Le ofreció hacer las pruebas para entrar en el programa «Jóvenes y campeones», que trataba sobre deporte juvenil. Aunque no tuviese mucha idea de fútbol, Juanma suplía sus carencias de conocimientos con un atrevimiento impropio de quien se pone por primera vez delante de un micro.

Poco tardó el joven gijonés en dar un paso más en su prematura carrera periodística. Al año siguiente, con 17 años, se estrenó como inalámbrico a pie de campo en El Molinón. Era un partido de la Copa del Rey entre el Sporting y el Deportivo, en el que los coruñeses salieron vencedores. Poco o nada le pesaba la inexperiencia al incipiente periodista, que llamó a Donato para interpelarle sobre el partido. El mediocentro brasileño se caracterizaba, entre otras muchas cosas, por su profundo fervor religioso y Juanma, ni corto ni perezoso, apeló a este sentimiento para preguntarle sobre la victoria de su equipo. Para ello, citó un eslogan de su religión: «Fuerza para vivir». «¿Esta victoria le dará fuerza para vivir?», le preguntó Juanma al carioca, que contestó llamándolo «insensato».

El reportero gijonés comenzaba a forjar su fama de periodista atrevido, gracioso y, en cierto modo, incorregible. A la siguiente temporada ya ejerció de inalámbrico a pie de campo toda la temporada y entró a formar parte de «Carrusel». También empezó a destacar por su gran versatilidad. Tan pronto hablaba de fútbol como llevaba una tertulia de toros o cubría la Vuelta a Asturias. No importaba que no manejase el tema demasiado, su enorme capacidad comunicativa le servía de sustento para sacar adelante con éxito cualquier empresa.

Muchos oyentes gijoneses recuerdan con una sonrisa los momentos de radio que por aquel entonces brindaba Juanma con sus compañeros, siempre con el buen humor por bandera. En una ocasión, estaba presentando el programa «Asturias a las 7» y entró Manfredo en antena para contar la actualidad del Sporting. Habían intentado contactar con Gudelj, jugador del Celta, para entrevistarlo, pero su mujer les había dicho que tendría que ser dentro de dos horas puesto que estaba durmiendo la siesta. Entonces, en pleno programa, se pusieron a hablar del tema. «Gudelj hace como Camilo José Cela, se pondrá el pijama y se llevará el orinal para la siesta», espetó Juanma, a lo que Manfredo respondió: «En vez de orinal, Cela se llevará un tonel». Y las carcajadas irrumpieron en antena sin encontrar final, por lo que tuvieron que cortar y meter música en antena.

Empezó en Madrid haciendo prácticas en la SER un verano, a pesar de no tener estudios de periodismo, y terminó calando. Lo llamaban «paleto», pues la boina de gijonés y asturiano la llevaba, y la sigue llevando, calada hasta los tobillos. Paco González congenió en seguida con él y lo fichó para la primera hora de «Carrusel». También José Ramón de la Morena se fijó en él y su atrevimiento para los reportajes.

A nivel nacional, su carácter fresco y alegre siguió cuajando. Las bromas se sucedían programa tras programa. Más tarde le llegaría el salto a televisión, con el desaparecido «Maracaná 06» de Cuatro. Entonces, mucha gente puso rostro a la voz con la que tanto se reían. De ahí pasaría a presentar los deportes de Noticias Cuatro los fines de semana y su fama fue creciendo a marchas forzadas, con la ayuda de que estuvo en el lugar oportuno en el momento justo. De esta manera, sus labores de corresponsal en la Eurocopa y en el Mundial todavía le catapultaron más.

Así llegó a lo que es ahora. Un afamado periodista, que en la actualidad se está sacando el título universitario pero que aprendió el oficio con la experiencia. De hecho, alguna clase de Universidad termina con él explicando y el profesor atendiendo como un alumno más. Ya está asentado en Madrid por completo, junto con su mujer, Noelia, una asturiana a la que conoció en su fallido paso por la Facultad de Derecho de Oviedo, y sus dos hijos, Dani y Pablo. Allí el periodismo lo absorbe, pero en cuanto puede regresa a su Gijón natal, ciudad de la que hace patria, junto con Asturias, allá por donde va. No se olvida de sus orígenes ni de sus amigos asturianos y, de hecho, siempre que pasa un tiempo por la villa de Jovellanos encuentra un hueco para hacerles una visita. Todos ellos aseguran que la fama no ha cambiado ni un ápice a Juanma.

Ahora se enfrenta a una nueva etapa laboral, aunque no demasiado distinta de las que ya ha vivido. Su fichaje por la COPE supone su reencuentro con Paco González, Pepe Domingo Castaño y compañía. Allí, Juanma seguirá labrando su fama de comunicador fresco y atrevido, y, cómo no, seguirá haciendo patria de su Gijón y Asturias del alma.