«Gallu, el domingo ya vas echanos un culín». Adrián Colunga Pérez (Oviedo, 17-11-84) no puede reprimir la sonrisa al oír la voz que brota de la grada del campo Pepe Ortiz, donde cerca de sesenta aficionados lo jalean durante su presentación oficial. Colunga tiene la costumbre, como Villa, como Mata y con otros muchos asturianos de la diáspora futbolística, de celebrar sus goles imitando el gesto del escanciado de sidra. El delantero luce la camiseta número 18 del Sporting, la que, curiosamente, dejó libre Luis Morán, el único futbolista de la plantilla actual con el que había coincidido. Adrián Colunga vuelve a Mareo y cierra el círculo, varios años después de ser descartado por los técnicos del club.

«¿Quién me iba a decir a mí que iba a debutar con la camiseta del Sporting? Para mí es un orgullo», confiesa en su primera intervención como rojiblanco. Adrián acaba de llegar por carretera desde Madrid y, aunque lleva meses sin jugar, ya se ofrece para hacerlo el domingo ante Osasuna: «Físicamente estoy bien. Si el entrenador decide ponerme el domingo, estoy con mucha hambre». La adaptación no va a ser un problema porque «aquí estoy en casa, con mis padres, con mi familia...».

Con sus familias, en realidad. La sanguínea y la deportiva. Adrián Colunga se mueve por las instalaciones de Mareo con la soltura del que se ha criado en ellas. Los empleados del club lo saludan con naturalidad y Quini le gasta bromas desde la puerta de la sala de prensa. De goleador a goleador, de sportinguista a sportinguista. «Me toca darle la bienvenida a Adrián, un hombre de la casa, formado en el club, que nos conoce a todos perfectamente y que nos ha seguido desde la distancia desde el día que le tocó salir de Mareo», explica el director deportivo, Emilio de Dios, encargado de presentar a todos los futbolistas que ficha el club. Aunque no aclara las causas por las que Adrián tuvo que dejar Mareo, De Dios defiende que «vuelve con una trayectoria importante y en un momento de su carrera en el que ha alcanzado la madurez suficiente para poder ayudarnos a llegar a la meta».

El discurso de Adrián destila sportinguismo en cada frase. «La única pieza que me quedaba en el Sporting era jugar en el primer equipo», insiste con la ilusión de un niño. Su llegada fue complicada por la firmeza del Getafe en las negociaciones; sin embargo, el delantero no guarda rencor alguno y sólo tiene buenas palabras para el presidente azulón, Ángel Torres; su entrenador, Luis García Plaza, y su director deportivo, Toni Muñoz.

Curiosamente, su cesión al Sporting se cerró el mismo día en el que el club destituyó a Preciado, quien había intentando convencerlo para volver a Mareo. «Me da mucha pena. Le mandé un mensaje, porque me hubiera gustado tenerlo como entrenador, pero el fútbol es resultadista», lamenta. Su nuevo técnico será Iñaki Tejada, al que «conozco desde pequeño». Adrián llega al Sporting para sumar y «aportar mi granito de arena» y se ofrece para cualquier posición: «Yo soy un jugador de ataque, pero no me considero un "nueve" puro y me encuentro muy bien en cualquiera de las tres posiciones de arriba».

Adrián Colunga se ha encontrado con un Sporting en plena tormenta. Un cambio en el banquillo, un vestuario dividido y un grupo de aficionados increpando a los futbolistas. Es lo que pasa cuando la pelota no entra y el equipo cae al pozo de los puestos de descenso. El delantero asturiano no se arruga y se declara experto en situaciones dramáticas. «Vengo en una situación que conozco porque la he vivido en otros equipos», reconoce, y apunta que la receta para la salvación pasa por «estar unidos, ir de la mano partido a partido e intentar sumar todos los puntos que podamos». Adrián recuerda que «cuando firmé por el Zaragoza necesitábamos hacer números europeos en la segunda vuelta y salvamos al equipo. Ahora estamos en mejores condiciones».