Le caía al Barça la docena de puntos como una losa cuando Messi se sacó un gol de la nada. Un golazo. Convirtió una falta en el pico del área, poco propicia para buscar puerta, en un lanzamiento diabólico al segundo palo, mientras Courtois colocaba una barrera que nadie había pedido en el otro. Fue la única manera que encontró el Barça de desatascar otro partido que se le había complicado por el empuje del Atlético. Contenido en el primer tiempo, los de Simeone soltaron amarras y aún tuvieron arrestos para evitar la primera derrota del técnico hasta el último suspiro.

Con el pitido de Pérez Lasa, después de tres minutos de angustioso descuento, Puyol se tiró al suelo, tan agotado física como mentalmente. El Atlético de Madrid fue tan fiero como se suponía por su trayectoria desde la llegada de Simeone. Los rojiblancos rascaron en cada disputa de balón y en la segunda parte, con su plan hecho añicos por el gol de Alves, dio una alegría a su afición al buscar la puerta de Valdés.

El partido fue tal y como se podía imaginar: el Barcelona sobando el balón, moviéndolo con paciencia y cierta dificultad por un terreno de juego bacheado. El Atlético de Madrid mentalizado para esperar y llevar el partido a la vertiente más física posible, a los contactos que tanto incomodan al Barça. Un control de Messi casi imperceptible con el brazo, pero que Pérez Lasa cazó, evitó la rápida ventaja azulgrana. Tanta concentración y disciplina limitó al Barça, pero también dejó al Atlético sin respuesta.

El rápido empate de Falcão, en una de las habituales pájaras defensivas del Barça en los córneres, abrió un partido nuevo, con el Atlético engallado y los azulgranas perdidos en la indefinición. Guardiola no tardó en pasar a la defensa de tres y el escenario se abrió a los típicos Atlético-Barcelona de ida y vuelta, con ocasiones, emoción y polémica arbitral. Los ayudantes de Pérez Lasa cortaron dos arrancadas de Falcão y Adrián, que no estaban en fuera de juego, y Valdés salvó una llegada del colombiano. El árbitro volvió a estar sembrado con una mano de Alexis para anular un gol del chileno. Y cuando más evidente parecía el empate, Messi sacó su varita mágica para dar vida a la Liga.

Faltaba poco y Guardiola recurrió a Piqué, pero todo era poco para frenar la furia colchonera. Juanfran remató a un palmo de Valdés, que en el último segundo aún tuvo que rechazar un cañonazo de Gabi.