La decepción deportiva se consumó sobre el maltrecho césped de Matapiñonera, la económica viene gestándose desde más atrás. Los últimos años de gestión de Control Sport han dejado al Oviedo al borde del abismo. Bajo la etiqueta de club pagador, el Oviedo ha lucido fama en las negociaciones de las últimas campañas en Segunda B. Pero el año pasado ya comenzaron los síntomas de que la cosa estaba cambiando.

El Oviedo comenzó a retrasarse en los pagos y tuvo que hacer usos de pagarés para que los jugadores no denunciaran al club al final de temporada. No todos aceptaron. Perona rechazó la propuesta y el club tuvo que abonar la cantidad debida en el momento establecido en el contrato. En la presente temporada, la historia se ha vuelto a repetir. El club mantiene deudas con sus empleados correspondientes a los últimos tres meses. Para afrontar los retrasos se ha seguido una práctica similar a la del año pasado. El Oviedo trata de abonar los sueldos más bajos e ir cumpliendo sus obligaciones con pagos fraccionados.

Pero las deudas actuales no son las únicas que preocupan para la estabilidad del club. El Oviedo sigue sin cumplir sus obligaciones con los organismos públicos. La última orden de embargo de la Agencia Tributaria a la que tuvo acceso LA NUEVA ESPAÑA y que fue emitida el pasado 13 de abril dice que debe 862.327 euros. La cantidad adeudada, al menos, no ha crecido desde enero. En los últimos cuatro meses, el club ha logrado rebajar su deuda con la Agencia Tributaria en 55.096 euros.

Sin aportación alguna del Principado de Asturias, con la enemistad del Ayuntamiento y con una campaña de socios que cada año mengua, parece imposible la sostenibilidad económica del Oviedo.