Con Yago Lamela se va el mejor deportista asturiano de la Historia. No es una exageración inducida por la tragedia de su muerte a una edad tan temprana. Es mera objetividad, si nos atenemos a los datos. Los 8,56 metros, que saltó tanto al aire libre como en pista cubierta, fueron una marca estratosférica -lo siguen siendo todavía- que le situó en entre los mejores saltadores de todos los tiempos. Por la edad a la que la consiguió cabía esperar que podía saltar más lejos todavía. Si el atletismo es el deporte rey es porque es que el mide de forma más clara los límites del ser humano. El "màs lejos, más alto, más fuerte" del lema olímpico traslada esa posibilidad a la competición deportiva. Pero el atleta no lucha sólo contra los demás, sino sobre todo, contra sí mismo y, en los casos de los grandes campeones, contra todos los que le precedieron en su especialidad. La dimensión deportiva de Yago Lamela se comprende mejor cuando se recuerda que estuvo en el camino de superar una barrera mítica, la de saltar más de nueve metros. Pero la suerte le sopló en contra, como ese viento que se convierte en un impedimento para hacer la marca soñada. Pero fue el español que llegó más lejos. Y su marca le sobrevive como un hito. Es justo recordarlo en el, por muchos motivos, triste momento de su despedida.
