El viernes todo el mundo pudo comprobar que Rafa Benítez se conoce muy bien la parábola del conde Lucanor sobre el padre, el hijo y el burro. Lo que no está tan claro es que el entrenador del Madrid sepa lo que más le conviene a su equipo. Además, por muy lucido que le haya quedado el discruso en la sala de prensa de Valdebebas, nadie le ha reprochado hasta ahora sus continuos cambios de criterio para contentar a la parroquia. Al contrario, la crítica más generalizada tiene que ver con su empeño en hacer de Gareth Bale la pieza clave del engranaje madridista. Benítez tiene en su plantilla a dos de los mejores mediapuntas del mundo, Isco y James, a los que arrincona en las bandas. Y le ha dado puerta a otro que apunta alto, Marco Asensio. El Madrid ganará la mayoría de los partidos, bastantes por goleada, con Bale, Isco y James en cualquier puesto, pero sería mejor que cada uno jugara donde más rinde. Pero será difícil porque Benítez no se baja del burro ni a tiros.