Cuando la amenaza del PSG parecía más evidente, bien avanzado un segundo tiempo de dominio parisino, Zinedine Zidane dio uno de esos golpes que le han encumbrado como entrenador del Real Madrid. Mandó al banquillo a dos pesos pesados, Casemiro e Isco, para recurrir a dos chavales especialistas en revolucionar partidos, Lucas Vázquez y Marco Asensio. Así, en ocho minutos, la amenaza del 1-2 se transformó en un 3-1 que describió tanto la magia madridista en Europa como la ternura de este PSG más espectacular que efectivo. Para la estadística quedarán los dos goles de Cristiano Ronaldo. Rascando un poco más emerge como un gigante el nombre de Marco Asensio, que recuperó su frescura veraniega para poner al Madrid más cerca de los cuartos de final.

El marcador fue siempre a la contra del juego. El Madrid, que empezó como un tiro, estuvo a punto de irse al descanso en desventaja. El PSG, que sometió al rival durante casi todo el segundo tiempo, se mostró tan espeso en el área contraria como blando en la propia. El desenlace también deja mal parado a Unai Emery, que en plena crecida de su equipo mandó al vestuario al eslabón más débil de su tridente, Cavani para sacar a un lateral. Sin el uruguayo, las frecuentes llegadas parisinas no encontraron rematador.

Zidane apostó por el "once" de Cardiff, con el cambio obligado de Nacho por Carvajal, y el Madrid se pareció a aquel que arrasó en Europa al final en su camino hacia la Duodécima. Durante un buen rato fue un equipo intenso, valiente y fresco, que sometió a un PSG al que apostó por el contragolpe. Las primeras oportunidades fueron blancas y casi todas de Cristiano Ronaldo, sobre todo la del minuto 27, cuando estrelló en la cara de Areola un remate con todo a favor.

A esas alturas el PSG ya había dado señales de vida con sus puñales en las bandas, sobre todo un Neymar que retaba siempre a Nacho. Pero fue Mbappé el que descorchó el partido con una arrancada por la derecha, con centro que dejó pasar Cavani, rechace de Nacho y resolución precisa de Rabiot. El gol afectó al Madrid, que se libró del 0-2 porque Casemiro taponó un remate letal de Cavani. Un penalti de Lo Celso a Kroos, protestado por el PSG, permitió a Cristiano y al Madrid irse con otra cara al descanso.

El PSG se rehizo con una dosis alta de control del balón ante un rival que dio un paso atrás. Verratti y Rabiot dominaron el juego y Navas evitó el 1-2 de Mbappé con un paradón. Poco después los parisinos reclamaron penalti por mano de Ramos y siguieron insistiendo, con Alves liberado por la entrada de Meunier, y Mbappé sin espacios como delantero centro. El resto, ese final eléctrico con Marco Asensio ejerciendo de abrelatas para gloria de Cristiano Ronaldo y Marcelo, define la diferencia entre un clásico de la Copa de Europa y un aprendiz.