El Liberbank Oviedo Baloncesto se las verá mañana (17 horas, Pumarín) con uno de los rivales más duros de la categoría, el recién descendido Bilbao Basket. El interés del partido es grande porque se miden un Oviedo al que suele ser muy difícil ganarle en su cancha con uno de los mejores equipos de la categoría, un histórico como el Bilbao Basket que ha formado una plantilla para regresar lo antes posible a la ACB. Pero, por si le faltara algún aliciente, la batalla que se va a librar en el banquillo tendrá un morbo especial al encontrarse dos viejos conocidos que, además, inician el uno frente al otro un nuevo camino en sus carreras.
Javi Rodríguez y Álex Mumbrú mantienen una gran amistad forjada en los muchos años que los dos llevan en el mundo del baloncesto. Habían coincidido en las categorías inferiores de la selección española y después lo hicieron jugando en el Bilbao Basket entre 2009 y 2011. Mañana los dos debutarán como entrenadores enfrentándose el uno al otro en el polideportivo de Pumarín. "Es curioso que con la cantidad de horas que nos hemos pasado hablando de baloncesto nos toque debutar en un partido oficial enfrentándonos. Es una casualidad bonita y un orgullo que los dos estemos entrenando a un equipo", señala Álex Mumbrú en conversación telefónica con este periódico.
El catalán se retiró la pasada temporada finalizando una carrera que le convierte en una leyenda del baloncesto español. Campeón del mundo con la selección española en 2006, es uno de los que más partidos ha disputado en la ACB y uno de los protagonistas de una generación cuyos éxitos serán difíciles de igualar. Todo un referente que nada más retirarse ha cogido las riendas del Bilbao, el que fue su equipo hasta el curso pasado. "Si tengo que definir con una palabra lo que tenemos en el equipo, ahora mismo esa palabra es ilusión. Estamos con muchas ganas de que empiece la temporada", añade.
Que tiene bien estudiado al Liberbank Oviedo lo demuestra su respuesta acerca de si se siente favorito para el partido de mañana: "De los últimos 35 partidos que ha disputado el Oviedo en casa ha perdido sólo siete. Es un equipo que pierde muy poco en casa y sabemos que va a ser un partido complicado". Así que, dice, "presión no tenemos ninguna, ganas muchas".
Reconoce Mumbrú que Javi Rodríguez es sobre todo "un amigo" y espera que el de mañana sea "el primero de muchos partidos. Eso será buena señal de que a los dos nos va bien". Y es que Mumbrú le desea a Javi Rodríguez "lo mejor, toda la suerte del mundo". Está convencido de que el técnico del Liberbank Oviedo "lo va a hacer bien, su equipo va a competir seguro", dice muy convencido.
Javi Rodríguez reconoce que se ha guardado algunas cosas esta pretemporada pensando en el partido de mañana y está seguro de que Mumbrú "se habrá guardado otras" en los partidos que ha jugado. El catalán lo admite y adelanta que en Pumarín "habrá sorpresas", aunque asegura que no es tan importante el "scouting" como a veces se puede pensar: "Todo el mundo ha visto a los otros y saben a lo que van a jugar". También es consciente de que en este caso, al conocerse tan bien, es más fácil predecir lo que se van a encontrar el uno en el equipo del otro: "Sé qué baloncesto le gusta. Coincidimos en muchas cosas. De él espero un equipo que va a defender bien, con las cosas claras y que sabe lo que tiene que hacer en cada momento del partido. Un equipo inteligente, que sabe competir y que sabe luchar. Ése es el sello Javi Rodríguez", añade.
El gallego, por su parte, también conoce de primera mano el baloncesto que prefiere su homólogo y tiene claro que por muy amigos que sean "hasta el sábado (por mañana) por la noche seremos enemigos". Está convencido de que será "un gran entrenador" y de que el Bilbao que dirige será un equipo que le pondrá "garra y pasión" al encuentro de Pumarín. "Si no salimos a la pista con intensidad y energía desde el principio, no tenemos nada que hacer", advierte.
La primera jornada de la LEB Oro ya está aquí y uno de los partidos estrella en este inicio de Liga es el que se va a disputar mañana en Pumarín. Un histórico que quiere reverdecer viejos laureles se mide a un club pequeño que se atreve a soñar a lo grande. Sea cual sea el resultado, al final habrá un amigo enfadado pero dándole la enhorabuena al otro.
