María Elisa Sandu es una chica de 14 años, nacida en España, pero de ascendencia rumana. El pasado fin de semana debutó con el Femiastur. Este hecho, lejos de ser anecdótico, significo mucho para ella. Con esos minutos, puso fin a un periplo de más de tres meses de burocracia para conseguir la autorización para poder jugar junto a las compañeras con las que ya lleva casi medio año entrenando. Un verdadero lío de papeles, en el que participaron -apunten bien-: su club, el consulado rumano, la Federación asturiana de fútbol, la española, la rumana, la seleccionadora nacional de Rumanía, Irina Giurgiu, y a los mandos, Sita Méndez, la presidenta del Femiastur.

"Ha sido caótico, pero merece la pena. Al final es un reto y aprendes muchas cosas. Es una cuestión de tener iniciativa", explica Méndez sobre un proceso que se inició la pasada temporada. El Femiastur tuvo noticias de Sandu el pasado verano cuando fue a realizar una captación al instituto de Candás, donde estudia la joven. "Nos gustó y la quisimos fichar", relata la dirigente del conjunto avilesino.

Sin embargo, Sandu no poseía en ese momento ni DNI ni número de identificación, por lo que la Federación asturiana no podía inscribirla. "Sus padres viajaron con ella a Rumanía para poder obtenerlo. Fueron a principios de octubre y regresaron con él a finales de mes", cuenta Sita. Pero una vez obtenido esa documentación, empezó un proceso kafkiano.

"Sandu tuvo que realizar una declaración jurada en la Federación asturiana, en Gijón, de la veracidad de los papeles que presentaba. A parte, le pidieron dos cartas, una expresando su deseo de jugar al fútbol y otra relatando las condiciones de su estancia en España. Además, tuvo que añadir los papeles de la madre -Cregnuta Lenuta, que trabaja de cocinera en Candás- y más documentación oficial", relata la presidenta. "A partir de ahí, la Federación asturiana manda los papeles a la española y a su vez, hay que mandarlos a la rumana. Eso se queda en cola y tuvimos que agilizar el papeleo", añade Méndez. Lo dice porque en todo este periplo llegó a intervenir la seleccionadora nacional de Rumanía, Irina Giurgiu. "Estuvimos muy pendientes del caso y ya por fin, el pasado jueves, se convirtió en jugadora nuestra. Este fin de semana pudo debutar", explica la presidenta del Femiastur.

María Elisa Sandu, que juega de delantera aunque puede actuar de centrocampista, cuenta ahora con alivio toda esta situación. "Ya era hora. Llevo entrenando mucho tiempo y ya tenía ganas de jugar", comenta. A sus 14 años, es una chica muy aplicada. No solo estudia y juega fútbol, sino que además se instruye en Candás en artes marciales mixtas. "En el futuro, lo que más me gustaría es ser luchadora y pelear en Las Vegas, en Estados Unidos", dice con ilusión. Su madre, que lleva viviendo en España desde hace 18 años junto con otros familiares, al principio se lo tomó con escepticismo. "Pensé que no iba a poder con el fútbol pero la veo feliz y la apoyo. Nos costó el fichaje, per ha merecido la pena", relata. De la misma opinión es Sita Méndez, la presidenta del Femiastur, sobre un proceso largo y que culminó de la mejor forma: con María Elisa jugando al fútbol.