El "culebrón Neymar" con el Barça alcanzó la pasada semana tintes cómicos con las últimas novedades. Ya no es que el brasileño quiera volver a jugar con Messi, Luis Suárez y compañía. Es que hasta lo suplica. Lo que no dice es cómo va a conseguir que un club que pagó 222 millones de euros por él se avenga a negociar por menos de ese dinero. Para completar el cuadro, el padre de la criatura ya ha advertido de que no retirará la demanda por la que reclama la comisión por la última renovación de su hijo por el club azulgrana. En definitiva, un brindis al sol, entre otras cosas porque la operación vulneraría el "fair play" financiero por el que se rigen los clubes europeos, con alguna excepción que tiene mucho que ver con la influencia de los petrodólares. También está la opinión pública culé, que según algunas encuestas no es muy proclive a un segundo capítulo Neymar en el Camp Nou. En cualquier caso, la reiteración de estas informaciones sobre los deseos de Neymar Junior dejan en evidencia a los voceros de Florentino Pérez, que hasta hace nada apostaban hasta lo que no tenían a que el brasileño acabaría vistiendo de blanco porque, como tantos otros, había nacido para jugar en el Madrid.
