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El breve verano azul de El Brujo

Quini, que se formó en el Ensidesa y triunfó en el Sporting, se entrenó varios días en 1984 con el Oviedo, que llegó a plantearse su fichaje

Enrique Castro, Quini, nació en Oviedo, pasó su infancia y juventud en Avilés y murió una noche de febrero de 2018 en Gijón. Su vida estuvo marcada por la "Y" en todos los sentidos, incluso el futbolístico. En su currículo aparece el Ensidesa como clave en su formación y el Sporting como el trampolín que le llevó a la selección española y a uno de los mejores equipos, el Barcelona. Más inadvertido pasó un breve escarceo con el Oviedo, ya que se entrenó tres días con el primer equipo azul en la pretemporada de la campaña 1984-85. El entonces entrenador oviedista, José Luis Romero, y algunos de los jugadores llegaron a ilusionarse con su incorporación, pero la llamada del Sporting acabó con el verano azul de El Brujo.

"Quini fue decisivo para que yo fuese entrenador del Oviedo" aseguró el ex técnico azul José Luis Romero sobre su fichaje por el club azul en la temporada 1984-85. Romero fue entrenador del Oviedo durante dos temporadas, 84-85 y 85-86, y en la pretemporada de la primera de ellas convenció a Quini -en julio de 1984- para que el delantero que acababa de finalizar su etapa en el Barcelona se entrenase unos días con el Oviedo con la esperanza de conseguir su fichaje,

José Luis Romero había coincidido con Quini en el primer equipo del Barcelona, en la temporada 1982-83, ya que Romero era ayudante del entrenador, Udo Lattek, y ahí surgió una estrecha relación que se mantuvo. "Fue Quini el que me presentó al presidente del Oviedo, José Manuel Bango, cuando yo decido dejar el Barcelona. De ahí surge mi decisión de ir al Oviedo".

Poco tiempo después de su fichaje por el Oviedo, en aquel momento en Segunda División, fue José Luis Romero el que convenció a Quini para que se entrene unos días con el conjunto azul. Tras desvincularse del Barcelona, Quini no quería perder la forma de cara a la participación en su partido de homenaje, previsto para el mes de octubre en el Camp Nou. Romero le ofreció la posibilidad de ejercitarse con el Oviedo, pensando también que así podría conseguir su fichaje.

Laplantilla azul realizó una miniconcentración de pretemporada en el Hotel Samoa de El Berrón y se entrenaba en las instalaciones del Colegio de Meres, sesiones a las que se incorporó Quini, que acudía todos los días desde su domicilio en Avilés.

"Quini tenía dudas de seguir en activo después de finalizar su etapa en el Barcelona y yo le animé a hacerlo", explica Romero. "Le dije que podía aportar muchas cosas todavía al fútbol y aceptó la invitación para entrenarse unos días con nosotros antes de decidir su futuro. Vino encantado y ahí pudimos comprobar que su pasión por el fútbol seguía viva".

Romero añade que "lo que pasó después era un poco previsible. La repercusión de Quini entrenándose con el Oviedo fue enorme y me acuerdo que después de los reportajes que aparecieron en LA NUEVA ESPAÑA el Sporting, que parecía no estar interesado en su vuelta al club, se lo pensó y mostró su interés por su fichaje. Estaba en Primera División y Quini acabó regresando a su casa. Además, en el Oviedo tampoco había mucha capacidad económica para contar con un jugador de su nivel".

José Luis Romero, que ahora tiene 74 años y vive en Málaga, no tiene más que buenos recuerdos de su relación con Quini: "Era especial en todos los aspectos. Dejando de lado su gran trayectoria profesional, Enrique era una persona extraordinaria, querida en toda España. Excepcional e irrepetible, ayudaba en todo lo que podía y siempre con una sonrisa permanente".

Evilasio Sánchez, Vili, ya era en aquel verano de 1984 uno de los jugadores más importantes del Oviedo. Con 28 años, el lateral izquierdo ya ejercía de capitán y era una referencia tanto para sus compañeros como para el entrenador y el presidente. Así que cuando vio a aparecer por los entrenamientos a Quini, con el que ya tenía buena relación, no dudó en mover sus hilos para intentar el fichaje: "Julio Marigil, que era el segundo entrenador, me comentaba que sería un lujo contar con Quini".

"Llegamos a hablar con Bango", desvela Vili, que tras esa conversación con el presidente se convenció de que aquello era un sueño de verano: "Bango era una persona muy sensata y me dijo claramente que el Oviedo no tenía dinero para pagarle a Quini. Hubiera sido un lujazo para nosotros". Vili está convencido de que en Segunda El Brujo "se hubiera hinchado a meter goles. Venía un poco fuera de peso, pero así y todo seguía siendo el mejor rematador porque era muy listo. Siempre estaba bien colocado"

Vili es consciente de que la presencia de Romero como entrenador influyó en el paso adelante de Quini, que según el defensa oviedista "se dejaba querer. Pero en cuanto apareció el Sporting, lógicamente, se fue". Asegura que, como en toda su vida, Quini contribuyó al buen ambiente en los entrenamientos y reconoce que tanto él como sus compañeros entraban "con cuidado" a un jugador que también era un ídolo para muchos. Como anécdota, Vili cuenta que Quini no llevó el escudo del Oviedo en su camiseta hasta un partido amistoso en 1987. "Como no había llegado la equipación para la temporada, nos entrenábamos con unas que nos regaló ADA".

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