La semana empezaba con la admiración por el ídolo que renace de sus cenizas (Woods) y se agotaba con otro icono del deporte mundial (Nadal) admitiendo su derrota sin excusas ni pataletas. "He jugado uno de mis peores partidos en tierra batida en 14 años", se limitó a decir el balear, sin rebajar por ello los méritos de su rival, un Fabio Fognini que no tuvo la misma actitud con Rafa cuando le tocó perder, que es lo habitual. "Jugué muy mal contra un buen jugador", concluyó Nadal, que aceptó lo ocurrido en Montecarlo como un peaje necesario para el resto de la temporada de tierra batida. Le vendrá bien la experiencia para lo que se avecina: el Godó, Madrid, Roma y, sobre todo, Roland Garros, donde buscará el decimosegundo título que se le escapó en Mónaco. Con la rodilla al límite, Nadal tiene que aprovechar esta época del año para engordar un palmarés que, en cualquier caso, ya define a un fuera de serie.