El último esfuerzo, el que llevó al Tokushima Vortis a la Primera División nipona, tuvo algo de consumación del trabajo bien hecho. La cuadratura del círculo. Ricardo Rodríguez (Oviedo, 1974) llevaba cuatro años peleando por acceder a la máxima categoría con un conjunto alejado de los grandes presupuestos de la categoría. Y lo logró a la cuarta. Pero su paso al primer plano no dependería de ese desenlace, pues Richard ya había firmado un contrato algunos días antes con el Urawa Red Diamonds, un conjunto poderoso en Japón: fue campeón de la Liga de Campeones asiática en 2017 (y ya había logrado el mismo éxito en 2007). Ricardo Rodríguez, uno de los entrenadores de moda en Japón, sigue creciendo y encarará un proyecto apasionante.
“La cultura japonesa confía en los proyectos a largo plazo. Eso es diferente que en España. Aquí puede trabajar pensando en un periodo de 4 o 5 años. Y de ahí vienen los éxitos. Por eso el fútbol en Japón está viviendo un momento dulce”, explicó el ovetense a LA NUEVA ESPAÑA tras confirmar un ascenso que le convierte en símbolo para el Tokushima. Días después cerraría el año como campeón de Segunda. Los éxitos del técnico no se basan solo en los resultados, también en un estilo de juego atractivo que ha logrado imponer gracias a la confianza en el trabajo a largo plazo.
El paso al primer plano en Japón supone para Ricardo Rodríguez el premio a una aventura internacional que le mantiene fuera de España desde 2013, cuando dirigió al Girona en Segunda. Ratchaburi, Bangkok y Suphanburi fueron sus destinos en la liga de Tailandia. De ahí dio el paso a Japón y a las cuatro campañas coronadas con el ascenso en el Tokushima.
El Urawa Red Diamonds es el conjunto representativo de Saitama, 1,2 millones de habitantes. Es el tercer conjunto de Japón en número de títulos, entre Liga y Copa del Emperador, pero no logra levantar un trofeo desde que en 2017 se impusiera en la Champions. Ahora, confía en la mano de Rodríguez para volver a triunfar.
