Poco o nada de verosímil tuvo lo sucedido en el que pretendía ser el primer partido del año en Avilés. Más allá de la suspensión del partido en sí, lo que sorprendió fue la forma en que se gestó. Cargado de dudas, y tras 38 minutos de espera, el colegiado emitía el pitido de inicio, decisión de la que no debió estar muy convencido, a tenor de lo que sucedería después.
Una vez concluida la primera parte, los espectadores, ausentes durante diez meses, no entendían la larga demora de la que también estaba siendo objeto la segunda y, cuando ya se doblaba el tiempo reglamentario de descanso, se anunciaba el aplazamiento. Posteriormente, las explicaciones sobre la causa tanto de la demora como del posterior aplazamiento apuntaban a la falta de visibilidad de las líneas. En todo caso, la sensación más generalizada fue que, de las tres posible soluciones, al final se tomó la peor, por delante de la suspensión inicial o de la disputa íntegra del partido.
En lo meramente futbolístico, el Ceares se presentaba en el Suárez Puerta con una doble y paradójica condición; por un lado, la de su sorprendente liderato; por otro, la de ser el rival, entre los 25 más habituales de la historia, que menos problemas le causó al Real Avilés, con un 60% de victorias blanquiazules sobre el pírrico 9% de triunfos cearistas. De momento, la tradición está siendo vencida por la rabiosa actualidad del líder que, a los pocos minutos del inicio del choque, se encontró con un penalti más que discutido, el decretado tras una colisión entre Carlos Madeira y Pato Álvarez. El venezolano Manu Medori lo convirtió y dejó bajo mínimos el margen de error realavilesino.
En el intento de nivelar, un remate de Pereira, en el minuto 17, fue lo único esgrimido por un Real Avilés que sigue atosigado por algo (eso de ir a rebufo) que viene siendo casi una constante desde el inicio del campeonato: en los casi mil minutos de juego acumulados, sólo durante 107 ha sido capaz de ir por delante en el marcador.
A la espera de que se confirme cuándo se va a disputar el encuentro, siendo la fecha más probable la del próximo miércoles, el resultado parcial de este encuentro y la derrota del Caudal dejan al subgrupo A muy abierto y con cuatro grandes aspirantes: Caudal, Avilés, Llanera y un Ceares que es líder y que se ha convertido en la gran revelación.
Queríamos continuar, estábamos seguros de que le podíamos dar la vuelta al partido
Para Abraham todo lo que sucedió ayer fue “un cúmulo de despropósitos” que acabaron con el aplazamiento del partido entre su equipo, el Avilés, y el Ceares. El técnico avilesino considera que el campo estaba apto para jugar “al fútbol asturiano”, pero no entra a valorar las razones de los colegiados para terminar por aplazar el choque. Lo que sí tiene claro es que ellos querían continuar: “Queríamos jugar, habíamos hecho modificaciones y pensábamos que podíamos darle la vuelta al partido”.
Al Ceares le hubiera gustado terminar el partido. Su entrenador, Pablo Busto, lo tiene claro: “La razón que nos dieron fue que no se veían las líneas, nosotros queríamos jugar y yo dije que una vez comenzado el partido se tenía que acabar y que había que hacer lo posible para pintar las líneas”.
Una vez comenzado el partido se tenía que acabar y había que hacer lo posible para pintar las líneas
En cuanto al partido, Busto asegura que se adaptaron “mejor” al estado del campo: “En la segunda parte podía haber pasado cualquier cosa, pero hasta ese momento estábamos cómodos”.
