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De pie, por la izquierda, Jorge Lana, Pedro Martínez, Fernando García, Héctor Galán, Paco Bulnes, Lorenzo Meana, Adrián Menéndez, Andrés Suárez, María Galán, Allegra Galán, Julio César Moreno y Eugenio Álvarez, “Ram”; agachados, Silvia Fernández, Rubén Rodríguez, Jorge Álvarez, Elías Bulnes, Dani Llorente, Jesús Ruiz y Marco Galán.Santiago C. Briansó

El creciente número de trabajadores, símbolo de la evolución del Oviedo Baloncesto

“En 17 años el club ha evolucionado mucho”, explica Fernando García, uno de los empleados más antiguos

El Liberbank Oviedo Baloncesto es un club con algunas caras muy reconocibles y otras que permanecen detrás de los focos. Los rostros más conocidos son, evidentemente, los de los jugadores del primer equipo y el del entrenador, Natxo Lezkano, los protagonistas de lo que sucede cada vez que se levanta el telón de Pumarín. Después de ellos están los máximos responsables, el presidente, Fernando Villabella, y el director general, Héctor Galán, que suelen representar al club ante instituciones y medios de comunicación.

Pero, lejos del primer plano, hay un montón de gente que hace posible que todo el trabajo salga adelante, ya sea para que la cantera vaya siendo cada vez un poco más competitiva o para que Pumarín se transforme en una cancha de LEB Oro cuando en realidad es un pequeño polideportivo de barrio.

El club ha ido creciendo y eso ha hecho que la gente que lo rodea sea mucho más numerosa. Héctor Galán pone un ejemplo de lo que les tocaba hacer cuando la gente que estaba al pie del cañón a diario se podía contar con los dedos de las manos: “Me acuerdo de poner y quitar la publicidad en Pumarín con una cuerda atada a la espalda, eso lo hicimos durante muchos años, me tocaba a mí o a Fernando (Villabella, el presidente) o al directivo que pasara por ahí, o a Ferdi (Fernando García, responsable de la cantera del club)”.

Al presidente del club, por su parte, también le tocó hacer un poco de todo: “Colocaba el campo para empezar los partidos, los banquillos, las mesas, el agua, estaba mucho más metido en el día a día del club. En un club con 28 equipos de niños y niñas y un equipo grande no te puedes imaginar la cantidad de pequeñas historias, de intrahistorias, como diría Unamuno, que tiene. Antes era una tragedia que un niño se lesionara o quisiera dejar el club para irse a otro sitio y este tipo de cosas, forzosamente, cuando vas creciendo, las tienes que ir dejando al cargo de otras personas”.

Héctor Galán piensa un poco, hace cálculos y pone cifras al número de empleados que tiene el Oviedo Baloncesto: “Teníamos 27 nóminas en el club, incluyendo toda la primera plantilla, por lo que son unos diez u once empleados. Hay que tener en cuenta que tenemos 28 equipos, 10 o 12 grupos de escuelas, colegios vinculados, campus en verano y en Semana Santa, y todo eso no se puede hacer con dos personas, sería imposible”.

Uno de ellos es precisamente Fernando García, “Ferdi”, uno de los primeros empleados que tuvo el OCB y que, además de su labor como coordinador de la cantera, realiza otras tareas administrativas. “Cuando llegué no había una estructura, entrenabas al equipo que te tocaba y básicamente nos dividíamos el trabajo entre Héctor (Galán) y yo; conforme ha ido creciendo el club hemos ido teniendo cierta estabilidad y ha crecido mucho la estructura”, explica Ferdi. Y es que, aunque joven, el club tiene ya 17 años de historia. “Ha evolucionado durante todo ese tiempo, sobre todo la cantera, el baloncesto también ha evolucionado y nosotros tenemos más conocimientos, aunque todavía nos faltan por mejorar cosas”, continúa Ferdi.

En el día a día del Oviedo Baloncesto hay cinco personas que son las que suelen estar más tiempo en la oficina del club. Además de Héctor Galán y Ferdi, están Paula Bergel, “Peque”; Pablo Rodríguez, “Reme”, y Marcos Granda. Peque, exjugadora del CAU, se dedica, además de a una labor administrativa, a coordinar los equipos femeninos de la cantera del club. Pablo Rodríguez lleva las escuelas, los equipos masculinos de cantera y entrena al Universidad, que juega en Primera Nacional femenina. Y Marcos Granda, por su parte, es el encargado de llevar toda la parte de prensa y comunicación.

Y alrededor de ellos hay mucha otra gente. Ahí están personas como Alejandro González, entrenador ayudante del primer equipo, técnico del segundo en Primera Nacional y que, además, es uno de los encargados de organizar los campus; Jorge Álvarez, que además de ayudante de Natxo Lezkano, colabora con el trabajo de cantera; Pedro González, preparador físico y encargado de coordinar todo el trabajo físico y de psicomotricidad de la cantera; Alberto Carmona, entrenador de varios equipos inferiores y que se encarga también de desplazarse a hacer trabajos de tecnificación en clubes vinculados, como el Luarca o el Narcea; Agustín Munárriz, que lleva el junior; Javier Juan Iradi, que, además de dirigir a equipos de cantera, trabaja con los colegios; María Carrión, también entrenadora de cantera, y Pablo Peña, Juan Argüelles y Andrés Suárez, técnicos en las categorías inferiores. Toda una familia que no deja de crecer y de soñar a lo grande.

Antes de los partidos, un grupo de colaboradores del club se encarga de colocar las gradas, las canastas y poner todo a punto para que un polideportivo de barrio se convierta en una pista de LEB Oro. En la imagen, de pie, por la izquierda, Jorge Lana, Pedro Martínez, Fernando García, Héctor Galán, Paco Bulnes, Lorenzo Meana, Adrián Menéndez, Andrés Suárez, María Galán, Allegra Galán, Julio César Moreno y Eugenio Álvarez, “Ram”; agachados, Silvia Fernández, Rubén Rodríguez, Jorge Álvarez, Elías Bulnes, Dani Llorente, Jesús Ruiz y Marco Galán. En esta imagen faltan algunos colaboradores que también ayudan antes de cada partido, como Pablo de la Peña, Santiago Cañaveras, Marcos Granda, Laura y Lucía Barcina, Pablo Rodríguez y Manu Sánchez.

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