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Pumarín vuelve a lo grande: la crónica del OCB

El Unicaja Banco Oviedo se impone en un duro encuentro al Juaristi ISB con el apoyo de un público que se entregó en el regreso del fortín tras la pandemia

Kamba intenta anotar ante la oposición de Manex Ansorregui. | Irma Collín

El carácter de jugadores como Arteaga, Frey y Kamba, unido al empuje de una afición que por fin pudo volver a juntarse en Pumarín para apoyar a su equipo, dieron una victoria de oro, la segunda en dos partidos, a un Unicaja Banco Oviedo que ha anunciado en este inicio de Liga dos cosas: que jamás se dará por vencido y que sufrirá mucho para sumar victorias.

Las dificultades de este equipo quedaron reflejadas a la perfección en un primer cuarto en el que nada funcionaba en el equipo de Natxo Lezkano. Los problemas en el rebote fueron un lastre demasiado grande para un equipo al que le cuesta un mundo anotar desde fuera (ayer acabaron el partido con 5 aciertos de 18 triples intentados). Alguna acción de Herve Kabasele, el talento eterno en ataque del capitán Oliver Arteaga, un triple de Alexis Bartolomé y poco más evitaron que el Juaristi, un equipo con una nómina de jóvenes de un talento descomunal, se fuera demasiado en el marcador. Aun así, la ventaja tras el primer parcial era ya de diez puntos (15-25).

La reacción parecía que podía llegar en el segundo, con acciones de mérito de Martí y un Kamba al que se le veía cada vez más metido, penetrando con velocidad y potencia hacia canasta. Pero el Juaristi seguía haciendo daño, encontrando canastas fáciles, presionando el rebote y metiendo en dificultades a un OCB que no terminaba de despegar, demasiado consciente de los errores que estaba cometiendo y con jugadores como Kostecka desquiciados. Al escolta estadounidense aún le queda mucha mili en esta LEB Oro para convertirse en el jugador que puede llegar a ser.

Tras el descanso, durante el que la afición pudo disfrutar viendo a cuatro leyendas del club, Héctor y Adrián Macía, Agustín Prieto y Víctor Pérez, recibiendo un merecido homenaje, las cosas empezaron a mejorar. Frey puso la magia, algo que no sobra esta temporada en el equipo de Lezkano, y enseguida se unió el inconmensurable e inagotable talento de Oliver Arteaga. El capitán bailó bajo el aro, provocó faltas de sus defensores y acabó sacando a algunos de ellos del partido, obsesionados por que no les volviera a hacer lo que siempre les acababa haciendo.

El efecto fue inmediato y cuando habían pasado dos minutos y ocho segundos del tercer parcial, un dos más uno de Frey ponía el empate en el marcador (43-43). A partir de ahí llegaron unos momentos en los que el OCB tuvo la oportunidad de romper el partido, con un Juaristi que pasaba por un bajón importante. Le faltó el talento necesario al Oviedo Baloncesto para lograrlo y no consiguieron pasar de los siete de ventaja que tuvieron tras un triple de Bartolomé (52-45) a 3.05 de acabar el parcial. En cambio, se fueron al definitivo con una renta de cuatro (56-52) y con el partido todavía muy abierto.

Que todavía quedaba mucha tela por cortar se demostró en el último cuarto. A 3.10 del final, Pavel Savkov, que ayer se marcó un auténtico partidazo, puso de nuevo por delante a los visitantes (66-67). Tocaba apretar y Pumarín lo hizo, a base de ruido, para sacar una victoria que se complicaba. Más aún cuando, a 2.06 del final, Arteaga fue eliminado tras ver la quinta falta personal. Pero Frey apareció para dejar claro que este tiene que ser su año. Dos canastas suyas obligaron al Juaristi a pedir tiempo muerto a 1.19 del final (72-71). Un tapón de Kabasele, que tuvo que abandonar el partido con una lesión que tiene mala pinta, y un triple de Kamba acabaron de decantar un partido en el que la mejor noticia fue volver a ver gente salir con una sonrisa de felicidad de Pumarín tras haberlo dado todo en la cancha.

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