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María José García, la culturista asturiana que es mucho más que músculos

María José García, única asturiana en la Liga pro, compagina su deporte con el trabajo de profesora y su consulta de especialista en nutrición

Desde pequeña, cuando fue diagnosticada como persona con altas capacidades, María José García se acostumbró a ser observada y juzgada, muchas veces para mal. Incluso sufrió acoso y sus padres se vieron obligados a cambiarla de colegio. Por eso, ahora que se ha convertido en la única culturista asturiana con carnet profesional en la modalidad wellness, se rebela contra los prejuicios que provoca su aspecto. Quiere dejar claro que es mucho más que un saco de músculos. Y tira de currículo: profesora en un colegio de Educación Primaria y en cursos de extensión universitaria, graduada en Nutrición y Dietética, tres masters... y aún encuentra tiempo para un par de horas diarias en el gimnasio.

La ovetense María José García consiguió el año pasado el carnet pro de wellness fitness y debutó en abril con un cuarto puesto en el Jan Tana Classic de Estocolmo, donde se midió a las mejores del mundo. Está convencida de que ninguna de ellas tiene una vida tan agitada como la suya. Porque entre las clases de Matemáticas y Educación Física en el colegio público de Granda y la atención a sus clientes en su consulta de especialista en dietética y nutrición, se le va más de media jornada. Y aún le queda el paso por el gimnasio para seguir moldeando su cuerpo.

Así lo explica ella: “Me levanto entre las 6 y las 7 de la mañana, y antes de ir al colegio suelo revisar el correo y los clientes de la consulta, o hacer el cardio, cuando toca en función de las competiciones. Los lunes, martes y miércoles, de 9 a 3, doy clase en el colegio y en cursos de la Universidad de Oviedo en función de las convocatorias. De 4 a 7 de la tarde estoy en la consulta y cuando acabo ayudo a mi marido a gestionar las dos tiendas de suplementos deportivos que tenemos en Oviedo. Y de 8.30 a 11 de la noche, al gimnasio”.

Es decir, que duerme poco y descansa lo justo, aunque asegura que “todavía me queda tiempo para amigos, familia, viajes a competiciones, o para acompañar a mi marido, Omar Quintana, que también es culturista y mi entrenador”. Un ajetreo al que María José García está acostumbrada desde pequeña, cuando destacaba tanto en el colegio que sus padres la llevaron a un especialista, que les dio el diagnóstico esperado: una niña con altas capacidades.

JTC María José García, primera por la izquierda, en el Jan Tana Classic.

“De pequeña, en el colegio, al principio esto me costó algún problema, como a otras personas con mi peculiaridad”, explica García. “Incluso con diez años me tuvieron que cambiar de centro, pero una vez que todo estuvo encaminado, no hubo más problemas”. Ya en ese momento el deporte apareció como una vía de escape. “En las actividades extraescolares hice natación, patinaje, gimnasia rítmica. Y después, equitación”. Y los estudios, siempre por delante: “Con 21 años tenía acabado Magisterio por Educación Física y Magisterio por Educación Primaria. Con 22 era profesora en cursos de extensión universitaria. Después saqué el doble grado de INEF y Nutrición Humana y Dietética”.

Su paso al culturismo llegó de forma progresiva y natural: “Con 16 años tenía una parte de entrenamiento con pesas y ejercicios de abdominales. Además, uno de mis primos hacía pesas y otro aerobic. Con 17 iba al gimnasio y hacía mis pinitos. En muchas familias, sobre todo con las mujeres, el culturismo está mal visto. Como en todos los deportes, hay gente que puede dar mala imagen, pero yo me he encontrado con personas superpreparadas”.

En 2012, el entonces presidente de la federación asturiana, Roberto Martínez, la convenció para dar el paso definitivo. Asegura que, desde entonces, ha visto como su cuerpo ha ido cambiando “de año en año”, pero sobre todo a partir de 2017: “Tenía un problema en la espalda y me querían operar. En vez de meterme en un quirófano, me puse a entrenar a muerte durante dos años. Y hasta hoy”.

“Tengo mucho cuidado de no perder la perspectiva, mi feminidad es sagrada”, recalca María José García, que mide 1,65 y pesa en torno a los 65 kilos, muchos de ellos de puro músculo, gracias a su fuerza de voluntad: “Peso todo lo que como, pero de vez en cuando también puedo permitirme una pizza o unos tortos”.

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