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¿Dónde estabas cuando el Pichón tiñó de rojiblanco San Mateo y Tomás devolvió el orgullo azul?: ellos te lo recuerdan

"Fue el gol más importante de mi carrera", dice Juanele del tanto en el Tartiere en 1993 // "Marqué y la gente cantaba a los del Sporting 'ay, ay, ay, canta y no llores'. Salió todo redondo", cuenta el exjugador del Oviedo

Juanele y Tomás, con la imagen de la celebración de sus goles en un derbi, en El Molinón. JUAN PLAZA

La cita es en El Molinón. Tomás González Rivera (Madrid, 3-3-1963) llega unos minutos antes que Juan Castaño Quirós, Juanele (Gijón, 10-4-1971). Saludo respetuoso antes de que ellos mismos recuerden el motivo de su encuentro. “El mío fue en 1989”, comenta Tomás sobre su gol en un derbi, el de la victoria azul en el Tartiere tras trece años sin duelo regional. “El mío también fue en vuestro campo, pero en 1993. Tú eres un poco mayor que yo ¿no?”, responde el Pichón sobre el tanto que provocó la fiesta rojiblanca en plena celebración de San Mateo. Conversan animadamente durante su encuentro con LA NUEVA ESPAÑA. Ha pasado mucho tiempo de aquellos goles que marcaron sus vidas y también su relación con los derbis. Los recuerdan como si fuera ayer.

Juanele y Tomás conversan en El Molinón.

Juanele y Tomás conversan en El Molinón. Juan Plaza

“Fue un pase de Míner sobre la banda derecha. Sabou centró, y yo estaba en el segundo palo esperando. Tuve la suerte de que el balón llegó, pegué y entró”, resume Juanele sobre la acción de su tanto. Lo recita de memoria, sin ayudarse de vídeos ni crónicas. A su lado, Tomás, también tiene clavada la jugada de su tanto. “Me fui de dos jugadores y Jiménez me hizo falta. El árbitro dejó seguir, me quedé juramentando, Chepo de la Torre controló en el área, dio un pase atrás, José la dejó pasar y le pegué por toda la escuadra… Ablanedo dijo que la había tocado, pero ni la rozó”, sentencia, con media sonrisa, el azul.

Tomás, con una imagen de la celebración de su gol en 1989. Juan Plaza

“Para mí fue lo máximo. Ir al campo rival y marcar el gol del triunfo… Cuando eres crío sueñas con marcar y ganarle al Oviedo antes que al Madrid o al Barcelona. Lo cumplí. Creo recordar que hacía 40 años que no ganábamos en Primera al Oviedo. Tanto mis compañeros como yo lo disfrutamos mucho. Puedo decir que fue el gol más importante de mi carrera”, continúa Juanele, al que se le enciende el rostro cuando ve en foto un momento de la celebración de aquel tanto. “Recuerdo que en todos los derbis hacíamos el viaje a Oviedo cantando en autocar. Nunca sucedía eso. Solo era contra el Oviedo”, amplía. Cuando se le pregunta si en las canciones había menciones poco cariñosas al eterno rival, pone cara de picardía. “Había…”, dice con gesto travieso.

Juanele, con la imagen de la celebración de su gol en el Tartiere en 1993. Juan Plaza

“Fue de los goles más importantes de mi carrera, pero no fue el mejor. Me quedo con el que hice desde el centro del campo al Atlético en un 5-2”, dice Tomás sobre su derechazo a la escuadra. “Me acuerdo yo, golazo”, confirma Juanele, con una envidiable memoria futbolística. El matiz es técnico, porque en lo sentimental, no hay color. “Lo guapo es que a raíz del gol en el derbi la gente empezó a cantarle al Sporting: ‘ay, ay, ay, canta y no llores...’ Soy de Madrid, venía del Atleti, era el sufridor en la capital. Llegué aquí, al Oviedo, y también era el sufridor, porque la alegría era volver a jugar el derbi tras trece años. Jugar y marcar. Salió redondo”, detalla.

Pasean sobre el césped de El Molinón mientras el escenario les devuelve nuevas imágenes relacionadas con el fútbol que aceleran la conversación. “Tomás era un jugador bastante elegante. Un gran disparo de larga distancia con la derecha”, dice Juanele de su compañero, al que se enfrentó cuando éste ya se había ido al Valencia. “Juanele era el típico jugador que no existe ahora. Descarado, te apretaba… Era un inconformista. Se echa de menos en el fútbol de ahora un Juanele o un Onésimo, gente con descaro”, contesta el oviedista. El debate del partido del próximo sábado comienza.

“Si el equipo sigue como está actuando puede ganar. El problema es que se acojone. El problema del Oviedo es que meta un gol y se meta atrás. Ahí la cagamos”, apunta Tomás, que aprieta a Ziganda. “El Cuco tuvo varias etapas. Llegó y nos liberó. Salvó al equipo. Luego tuvo otra etapa de hacer cambios tarde, sin confiar mucho en jugadores. Ahora parece que ya está confiando un poco más. Es cierto que él nos ha dado estabilidad, pero en Oviedo ahora queremos subir. Pienso que un entrenador tiene que ser más sangrín. No podemos tener miedo a ganar. Hay que venir a El Molinón a por los tres puntos”, sentencia.

Juanele escucha atento antes de apelar a rescatar una alegría en una temporada para el olvido. “Espero que el equipo se salve con tranquilidad y gane al Oviedo porque es lo único que nos queda. Eso y que vaya debutando gente del filial, que no están saliendo muchos últimamente. Martí me parece un buen entrenador de Segunda. Espero que le salga bien este final de temporada y pueda empezar con un equipo nuevo, aunque si no consigue resultados va a ser difícil. Le deseo lo mejor para que se quede y sepa lo que conlleva de verdad entrenar al Sporting”, subraya.

El final de la conversación gira en torno a la “cara b” del derbi, el que se juega dentro, el de las patadas, las disputas, las broncas. “Yo me llevaba muy bien con Pirri Mori. Coincidí con él en la selección asturiana y me cayó bien”, dice Juanele, aliado siempre de lo diferente, de la rebeldía. A él le gustaba provocar de otra manera, con la finta y el regate. “En eso eras guerrillero”, desliza Tomás para sonrisa del Pichón. “Con Elcacho y Gorriarán las tenía tiesas. Eran duros, pero me gustaba ese perfil. En los entrenamientos tenía ya buena escuela en Mareo con Luis Sierra y Tati”, continúa el gijonés entre las carcajadas de Tomás. “Yo la tuve con Joaquín. Recuerdo que en el primer cruce que tuvimos, él fue fuerte. El veterano quería intimidar al joven, ya sabe. A la siguiente fui más fuerte que él para decirle: aquí estoy yo. Se quedó ahí. Pero bien eh, sin violencia. Es el otro lenguaje del fútbol”, explica el exjugador del Oviedo.

Se despiden comentando dónde seguirán el derbi. Juanele lo verá en Lanzarote, donde se encuentra pasando unos días en casa de su hermano, Gelu. Tomás, en un bar cercano a su casa, en el ovetense barrio de Los Prados. “Los que igual van a El Molinón son mis hijos. Adrián (jugador del Aviles Stadium) no sé, pero el pequeño, Javi (jugador de El Berrón), seguro. Ojalá se gane y podamos ver al Oviedo disputando el play-off por ascender a Primera”, señala Tomás. “Nos toca ganar a nosotros, porque la afición lo merece y por calidad de plantilla. Es un partido vital, los jugadores lo saben y estoy seguro de que lo van a dar todo para conseguirlo. Que disfruten de toda la semana. El derbi no es un partido, es el partido. Por eso hay que disfrutar de ello”, concluye Juanele. “¿Disfrutar? Con toda eso tensión… Eso solo podías hacerlo tú, Juan”, responde Tomás antes de abrazar al Pichón. Disfrutando o no, los dos se van a casa deseos de festejar un triunfo como aquel gol que decidió un derbi.

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