La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Segunda División | La resaca del partidazo de Asturias

Los puso en su sitio, por Melchor Fernández Díaz

Un encuentro intenso con epílogo lamentable confirmó el prometedor crecimiento del Oviedo y la peligrosa crisis del Sporting

EN IMÁGENES: Así fue el derbi asturiano en El Molinón JUAN PLAZA / MARCOS LEÓN

Cuando en la jornada 9 de la primera vuelta Sporting y Oviedo empataron en el Carlos Tartiere, transmitieron la sensación de ser, ambos, equipos con ambiciones. A la altura de la jornada 35 otro derby, ahora en El Molinón, ha servido para que el Oviedo, al lograr su cuarta victoria consecutiva –su mejor racha en toda la temporada–, siguiera afianzando aquella impresión positiva, al tiempo que mostraba que el Sporting no logra salir de una espiral descendente que amenaza con conducirle al peor abismo de su centenaria historia.

El Oviedo de esta temporada es un equipo difícil de ganar. De los equipos de Segunda solo el Eibar ha perdido menos partidos en lo que va de competición: seis, frente a siete de los oviedistas. El Sporting, por su parte, es especialmente frágil en casa, donde antes del partido de esta jornada era uno de los tres equipos que más derrotas habían sufrido en su campo: nada menos que siete. Y eso, a pesar de que, tal como muestran los datos de asistencia, es de los que cuenta con una afición más fiel en lo que a presencia en su estadio se refiere.

Las maniobras de los propietarios del club para que en el derby hubiera una asistencia lo más afín posible a los colores rojiblancos estaban condenadas al fracaso si, como venía ocurriendo con frecuencia, el equipo no respondía. Y no lo hizo. El Molinón, vestido casi íntegramente de rojiblanco, registró la mejor entrada de la temporada para asistir a la octava derrota sportinguista en ese escenario.

Dos equipos muy diferentes

Sobre el terreno de El Molinón se vio que Sporting y Oviedo son dos equipos muy diferentes. No poco habrán tenido que ver sus entrenadores. Pero el Sporting ha cambiado el suyo sin que se haya notado precisamente la mejoría. Y eso lleva a pensar que la clave está más bien en los jugadores de que disponen esos técnicos. Dicho más claramente: frente a lo que se creía a principios de la temporada actual la plantilla del Oviedo parece superior a la del Sporting. Se muestra más eficaz, a fuerza de versátil, a adaptarse mejor a las características del adversario. Y tiene seguramente más calidad. Ziganda ha terminado por conseguir que esos jugadores ocupen mejor el campo, hagan circular el balón con más seguridad y lleguen al área rival con suficientes efectivos. El Sporting, en cambio, tiene una mala salida de balón, falla muchos pases en el centro del campo y llega al área contraria con pocos jugadores. Esa presencia en el área contraria es sin duda importante. Los dos equipos tienen un buen finalizador, pero Borja Bastón cuenta con más apoyos que Djurdjevic. No hace falta congelar las imágenes para comprobarlo. La creación de juego del Sporting depende demasiado de Villalba, que aparece de medio campo hacia adelante, por lo que hay que hacerle llegar el balón, objetivo que al equipo le cuesta trabajo conseguir. En el Oviedo el juego es más fluido porque hay más creadores, con Brugman y Javi Mier (o Jimmy) como importantes referencias. Y, por si fuera poco, cuenta con un futbolista especial, Borja Sánchez, capaz de resolver problemas con su técnica y poderío. De Mareo hace tiempo que no sale alguien de un nivel parecido.

Un partido intenso

Todas esas consideraciones no llevan, claro está, a prescindir de la principal: que se trataba de un derby, al que, por si no bastara la rivalidad, los dos rivales llegaban muy exigidos. Ambos se mostraron al límite de esa exigencia. El partido fue muy intenso y se decidió por un detalle, aunque no dejó de haber ocasiones por parte y parte. Bogdan tuvo el gol a su alcance en el primer tiempo, pero no acertó a cabecear en la dirección adecuada el buen centro de Djurdjevic, como Christian Rivera, ya en el segundo tiempo, metió el hombro en vez de la cabeza a un buen centro de Kravets. En esa misma portería Javi Mier había cabeceado alto un buen centro de Cornud, dos minutos después de que Cuéllar hubiera sido capaz de contrarrestar con una gran parada la preciosa volea con que Luismi había correspondido a un impecable centro del lateral francés del Oviedo, en la que sería la mejor jugada del partido. Cornud, muy bien asistido por Borja Sánchez, estaba destinado a ser determinante, hasta el punto que sería otro centro suyo el que decidiría el partido. Cuando Borja Bastón remató ya el balón estaba dentro de la portería del Sporting, adonde lo habían enviado el despeje fallido de Berrocal y el intento de Cuéllar de corregir el error del central. Era el minuto 77 del partido. Uno antes Femenías había acertado a neutralizar la ocasión más clara de Djurdjevic, encaminado por Villalba con un buen pase. El internacional montenegrino tendría una ocasión en el tiempo de prolongación, no tan clara como la que, en ese mismo periodo, se le ofreció a Eric Ramírez para que el venezolano la malbaratara con un remate desviado, un lance que vino a recordar que, al menos hasta ahora, el Sporting tampoco parece haber acertado a corregir en el mercado de invierno las insuficiencias de su plantilla.

Tras un final lamentable

Los nervios se desataron al final del partido con escenas lamentables. Quedarán en el recuerdo como una mala anécdota, aunque deberían hacer pensar en la absurda deriva que están teniendo las relaciones entre los clubes a nivel directivo. Menos anecdótico es el resultado, que puso en su sitio a los dos contendientes, al reforzar las aspiraciones del Oviedo a consolidarse en los puestos del play-off y emplazar a un Sporting en crisis a extremar la tensión para evitar un desastre.

Compartir el artículo

stats