El Mediterráneo no es mar muy dado a mareonas, y la fecha del lunes tampoco ayuda a que el Sporting se vea acompañado en el Ciutat de Valencia por su habitual legión de incondicionales. Pese a ello, no caminará solo, no lo duden, en este transcendental envite ante el Levante. Tras dejar sentenciada la Liga para el Barça, de carambola, con su victoria ante el Atlético de Madrid, ahora toca subir el siguiente peldaño hacia la permanencia. Y no será fácil, que en la otra esquina del ring aguarda el colista que se lo juega casi todo y al que solo le vale el triunfo. Unos apremios que han llevado a su entrenador, Rubi, a ir evolucionando el 4-4-2 con el que comenzó a un más arriesgado 4-3-3 en el que suele juntar arriba a Morales, Rossi y Deyverson, porque les cuesta marcar goles aunque aquel 0-3 con el que se fueron de El Molinón haga creer lo contrario. Dicen los analistas del tema que esa tripleta atacante implica riesgos (y los 54 goles recibidos lo atestiguan), y que estos se acentúan cuando alguno de sus integrantes no hace las ayudas a su medio campo. Ahora hay que añadir que el brasileño, máximo goleador del equipo, anda renqueante de un tobillo.
Y en este club se retiró Cruyff, en una etapa final poco acorde con el resto de su brillante carrera. Era la temporada 80-81, tenía 35 años y no fue el esperado refuerzo que llevara al equipo a Primera. Quedaron novenos, las arcas ruinosas y la afición señaló a Johan como un "pesetero", pese a que perdonó algunas de esas pesetas.
Historias aparte, le toca al admirable Abelardo decidir si insiste en la tripleta centrocampista que tan buen resultado le dio ante los colchoneros. ¿Un 4-3-2-1? Todo vale si el balón entra y los once designados hacen el despliegue físico de la última jornada. Después de subir las Xanas, puede que esto les parezca cuesta abajo.