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La siesta de Anquela

La revolución en Mallorca del técnico azul estaba cargada de pólvora mojada

Volvió el Oviedo cobardica, y así no hay manera. Cuando juegas a no perder lo más lógico es que salgas escaldado. Y así fue. Anquela planteó un once inicial que parecía una revolución pero que por lo visto en el campo estaba cargado de pólvora mojada. Y así es imposible.

Encima, cuando el Mallorca se estiró y comenzó a encajonar a los azules el entrenador andaluz parece que se quedó sin reflejos, sin armas para tratar de contrarrestar al rival. Era cuando más se necesitaba que el de Jaén espabilara. Pero ni por esas. Erre que erre. Y cuando despertó de su letargo, de su siesta, en la banda ya era demasiado tarde, por entonces los bermellones ya eran superiores en todo, incluido el marcador, y el cronómetro jugaba en contra de los carbayones. Con su cabezonería el equipo se va directo a otra temporada en el limbo.

Da la impresión de que aquel gol del Lugo en el último minuto en el Tartiere ha hecho mucho más daño de lo que parecía. Fue como una puñalada y los azules continúan desangrándose por una herida que va a costar cicatrizar. Mucho. Porque si el Oviedo hubiera ganado aquel partido contra los gallegos quizá ayer podría haber sido un equipo un poco más valiente. ¿Quién sabe?

Reina (el portero del Mallorca) podría haber abdicado ayer tranquilamente y nadie se hubiera enterado porque el Oviedo ni si quiera le inquietó. Y no lo hizo por esa mísera cobardía. Hasta muy entrada la segunda parte no hicieron los azules su primer tiro a puerta en el que ha podido ser el peor partido de los de la capital en lo que va de temporada. Y sin ni siquiera intentarlo es imposible de todas todas. Así no hay manera. Dicen que el Mallorca es un equipo espejo al Oviedo. Nada más lejos de la realidad. Lo que pasa es que son dos equipos tan limitados que de lo único que se preocupan es de lavar la ropa y tienen una extrema dependencia de que alguno de los de arriba tengan su día. Pero para que eso ocurra los delanteros azules deberían de recibir algún balón. Y en la isla casi no olieron la pelota. Probablemente se hayan vuelto a casa sin saber de qué color era el esférico.

Anquela va camino de su segundo fracaso al frente del Real Oviedo. Y este va a ser un fracaso con mayúsculas porque era para los que mandan en México el año del ascenso. Y equipo parece que hay, pero se les está sacando muy poco jugo a los del prao. Más bien nada. Además, fíjense que el de Jaén vuelve a las mismas excusas de la temporada pasada, que si los que salen en la tele tampoco ganan, que si no sé qué de los de la Champions. Y así no hay manera. Y si lo de Lugo fue una puñalada lo de ayer en Mallorca ha sido la cuchillada definitiva al equipo y a sus aspiraciones para alcanzar el play-off. Comienza la misma historia de todas las temporadas, esa que cuando el equipo se ve salvado parece que se viene abajo. Que se conforma con esos míseros puntos que le salvan del infierno. Erre que erre.

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