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antonio masip

Artabe, aquella larga y elegante zancada

El mítico jugador azul, fallecido a los 86 años, fue un diez en el deporte y en la vida

El fallecimiento de Javier Artabe toca profundamente el almario de mi adolescencia y nuestra posterior amistad. Jugaba de interior con el número “10” a su espalda en una posición que todavía no se llamaba “en punta” hasta que Puskas y algún otro empezaron a señorear nuevo espacio en el rectángulo. Se ha mentado mucho su hambre de gol, pero yo le recuerdo más con su larga y elegante zancada, embadurnado el pantalón blanco en encharcado barro del que Iguarán o Paquito, y a veces Toni, Manolón Álvarez, Marigil, Alarcón, Laurín… habían conseguido sacar la pelota, generando un peligro que dio dianas gloriosas. El mérito del ascenso no lo quitó la compra del partido al Rayo, pues fue temporada meritoria en conjunto. Los diversos entrenadores (Balmanyá, Pasarín, Toba, Picabea, Barinaga, Argila…) antes de vídeos y pizarras, encontraron sitio ideal a nuestro más carismático atleta, como usa los bandos de Tierno Galván. Para nosotros era simple delantero, ¡pero qué delantero! Delantero y ¡la diligencia completa! que cantarían Dickens, Clarín, Galdós, Ford…A su lado, nos sobraban torpezas en Massey, genio pronto lesionado, Aloy, empeño de Balmanyá, o Jorge Lino Romero, que tuvo, no obstante, acosadoras jugadas de fábula. Javier era vasco y ejercía con dignidad, como lo hicieron Lángara, Irureta e Iguarán en momentos en que hubo popular enemistad a todo lo euskaldún. Su establecimiento, en calle característica, y su anclaje familiar, fundieron su personalidad definitivamente a Oviedo. Llevaba el “10”, que lo fue en deporte y vida.

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